Si lo que nos está pasando o lo que nos va a pasar.
Es clarísimo, de que en ningún momento se ponen primero los intereses patrios.
Todo es una sucia tramoya repleta de intereses oscuros, apetitos voraces y conveniencias personales.
A ningún político le interesa lo que le suceda al Ecuador.
Todo es un juego sucio y macabro de los más ruines intereses personales de quienes nos representan.
A nombre nuestro cometen las barbaridades más atroces que se puedan concebir.
Sesenta personas no pueden estar por encima de lo que desean 18 millones y peor aún que todo esto, es que un indígena amenaza con paralizar el país si las cosas no se dan como él las quiere.
Nuestra política es tan sucia como la mayoría de la función judicial.
En el levantamiento indígena anterior, se perdieron cerca de ochenta millones de dólares y al cabecilla de ese intento de golpe de estado, se lo absolvió.
Nadie le dijo nada, no le ha pasado nada y ha hecho lo que le ha dado la regalada gana.
Con un desparpajo más grande que el rebuznar de un burro, ahora amenaza nuevamente con otro paro nacional y tomarse la ciudad de quito, si no se vota al presidente.
Este abusivo constitucional y prototipo del abuso del poder, no puede injuriar ni faltar al orden como ya lo ha hecho antes a la ciudad capital.
Imagínese lo fácil que sería qué en la agitación de la turba, se mezclen algunos sicarios y en un momento de enfrentamiento con la policía, maten intencionalmente a un manifestante para lograr el caos y con este muerto le echen la culpa de todo al gobierno.
Da asco ver a los asambleístas como despilfarran su tiempo.
Se la pasan conspirando y politiqueando para romper el orden democrático, cuando deberían estar trabajando para ganarse el dinero que nosotros les pagamos.
Lo que se nos viene es imposible de predecir.
Lo que sí es predecible es que sea cual sea la estrategia que hagan, los ecuatorianos pagaremos otra ves más los platos rotos de un movimiento manipulado que desestabiliza el orden democrático constitucional.