21 noviembre, 2024

Trabajar en una ONG: ¿Filantropía?

Desde que empecé mi carrera en fundaciones sin fines de lucro la gente me pregunta: ¿Si estás haciendo labor social, no te parece egoísta cobrar un sueldo? Esa pregunta me choca mucho porque para mí no es labor social, es mi trabajo. Y me siento afortunada que sea un trabajo que me apasiona y que está dirigido a lograr un impacto social. 

Siento, aunque me parece increíble que todavía no hayamos cambiado el discurso, que todavía es común que la gente confunda el hecho de trabajar en una organización sin fines de lucro con hacer filantropía. Las organizaciones sin fines de lucro, en muchos casos se manejan igual que un negocio, tienen costos fijos, empleados a los que deben pagarles un sueldo y otros gastos que afrontar. Pero además de eso tienen la presión de financiar con sus ingresos proyectos o iniciativas que carecen de un modelo de negocio claro pero que, aun así, avanzan hacia su misión. Las fundaciones no solo existen para recibir donaciones, si no que muchas veces cuando el gobierno no los asume, tienen que brindar servicios y cobrar por ellos, pero hacerlo de una manera estratégica que permita cumplir su objetivo que está relacionado con mejorar la sociedad. 

Es poco realista pensar que porque una persona toma la decisión de trabajar en una fundación y ayudar a solucionar problemas complejos debe donar su tiempo. Además, si se trata de solucionar problemas tan complejos como la inequidad educativa, la violencia en países vulnerables, el cambio climático, ¿no quisiéramos que sean los mejores profesionales, los más capacitados y con más experiencia quienes se encarguen de administrar los servicios orientados a lograr un impacto social? Más que pensar en cuánto cobran o dejan de cobrar por hacer su trabajo, deberíamos de preguntarnos ¿Se lo ganaron?   



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En la mayoría de los ejércitos del mundo existen tropas de élite, soldados
preparados para cumplir misiones especiales de alta peligrosidad que un
soldado común no puede realizar, por lo tanto su selección es extremadamente
rigurosa, se conoce que sólo un 10% de los candidatos logra superarlas. Para
ser considerados para formar parte de estas tropas especiales, los candidatos
deben tener iniciativa, inteligencia, estado físico excepcional y ser capaces de
enfrentar cualquier adversidad.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los ingleses, alemanes y norteamericanos
entrenaron pequeños grupos de soldados especialmente seleccionados para
que cumplan misiones detrás de las líneas enemigas. Los ingleses crearon a
los Special Air Service, más conocidos por su sigla SAS; los norteamericanos
a los Rangers; los alemanes a la unidad Friedenthal al mando del célebre
Otto Skorzeny. Los soviéticos en 1950, crearon a los comandos Spetsnaz.
Todas estas unidades formadas en base a las tropas paracaidistas cobraron
fama en el mundo, no sólo por sus hazañas, sino por su draconiana forma de
entrenamiento.

2 comentarios

  1. Estoy de acuerdo con la reflexión planteada en el artículo. Muchas organizaciones sin fines de lucro, de alguna manera, han venido colaborando con necesidades sociales, que debiendo ser solventadas por el estado, han sido absorbidas por estas instituciones, casi todas, con el reconocimiento y la gratitud de la sociedad, como ha sido el caso del Hospital Luis Vernaza, y La Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia, propietaria del Hospital León Becerra de Guayaquil.
    Contar con personas comprometidas con el servicio que tales instituciones brindan, es sin lugar a dudas, no solo una necesidad, sino que además, se debe valorar su participación.

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