23 noviembre, 2024

Elecciones sin transparencia

Durante los diez años de correísmo se han visto las formas más abyectas de gobernar y que todos los ecuatorianos las pueden identificar con mucha facilidad, en los gobiernos populistas de izquierda y de derecha de Jaime Roldós Aguilera, León Febres Cordero, Rodrigo Borja Cevallos, Sixto Duran Ballén, Abdalá Bucarán Ortiz, Jamil Mahuad, Lucio Gutiérrez, Lenin Moreno, Rafael Correa Guillermo Lasso y algunos interinos de triste recordación.

Sin embargo, en las últimas elecciones   se ha hecho más evidente, por las revelaciones realizadas por funcionarios del mismo CNE   y de otros más cercanos al régimen casi siempre hace el juego al gobierno de turno para vender información des conceptualizada.

En mi opinión, añadiría que si estas denuncias debidamente fundamentadas fueran expresadas por gente técnica, con formación jurídica sin vinculación o práctica política alguna no habría poder en el mundo que impida hacer justicia y se respetarían los procesos eleccionarios pero como estos mensajes y denuncias son efectuados con sesgos de gente política desde el gobierno y desde la denominada oposición se diluyen en la impunidad de una justicia relativa y a la carta que seguirá campante por los siglos de los siglos hasta que los populismos totalitarios salgan del espectro político de Latinoamérica y Ecuador.

Insisto como dice un refrán popular: No hay tarugo más duro que salga del mismo palo * porque la única salida viable a la crisis económica y política no es más elecciones sino la exigencia del pueblo en las calles de una Constituyente con una Constitución con separación y equilibrio de poderes y   un  periodismo independiente que es escaso  pero que si lo hay, necesita  del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance  por un periodismo libre de censuras

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¿Puede concebirse un populismo no dictatorial? Difícilmente. O al menos,
por estas tierras latinoamericanas no ha existido este fenómeno. Es que
el populismo responde a caudillismos oligárquicos que tienen expresión,
aparentemente, a través de un líder. Sin embargo, lo que siempre está
presente son intereses de grupos. Un tanto de aventura. Un tanto de pandilla.
Dan la cara como protectores
de alguna insólita redistribución del
capital productivo. Hay comisiones que reparten bonos, cargos públicos,
representaciones… Es el pago económico y social para mantener, con un
respaldo espurio, la vigencia del poder.

Ningún populismo sabe de principios. ¿Es que acaso el poder por el ´poder
los necesita? La estructura básica de todo populismo está construida
desde una ideología de la violencia. No hay otra opción. La expresión
populista, conceptual y práctica, no es más que la extensión del instinto
de la supervivencia primaria. Y así, tal cual es, así apela a su clientela de
seguidores. La relación populista de masas es, netamente, estomacal. Con
cualquier tipo de populismo el logro máximo no pasa de la conciencia
intestinal. De ninguna manera avanza este objetivo ni al umbral de
una conciencia social, pese a casi siempre justificarse con la oferta de
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