¿QUE TIENEN LAS FLORES? ¿POR QUÉ SON TAN BELLAS? No lo se, pero son ellas las que alegran las mañanas, siempre mirando al sol. Para su proceso de polinización, para el cual tienen un pajarito que se encarga de la germinación, son los conocidos como “Chupa Flores” Hasta había una canción, años atrás, que ya no se canta: “…el chupaflor, chupa la flor, a mi me gusta chupar tu boca”…
Las flores más bellas las conocí en Ambato. Ahí pasábamos tres meses de vacaciones escolares, cuando éramos chicos, sobre todo las flores injertadas, con colores llamativos espectaculares, las cultivaban en unos “viveros”.
Los quiteños, visitaban Ambato, para las fiestas de las flores y de las frutas y para los carnavales, eran dos fiestas separadas en el tiempo y se jugaba carnaval con agua, los tres días seguidos y culminaba el día martes, con una buena fiesta en el barrio. Después los Ambateños unificaron ambas fiestas y nunca más en Ambato se jugó carnaval con agua. Su fiesta es reconocida internacionalmente. La mayor presencia de nacionales eran de Guayaquil, había una buena conexión regional, entre ambateños y guayaquileños, aún cuando los amigos del barrio, nos llamaban monitos (amigablemente), pero al resto, los llamaban “monos”, a secas.
Increíblemente, fueron los quiteños, los que sembraron flores masivamente, en las áreas externas de la capital y las exportaron al mundo entero, especialmente a Rusia. Ahora ese mercado está prohibido, por la guerra de Rusia contra Ucrania, pero hay aún el mercado de flores a Europa y a los Estados Unidos que continúa con creces.
Las mujeres y las flores tienen una “conexión” única. No hay mejor regalo (atención), que enviarle a una mujer un ramo de flores. Es la manera de hacerle saber que le gustas y antes te facilitaba la declaración de enamorado, cuando vencías el miedo y te lanzabas a pedirle: “¿quieres ser mi enamorada?”. Eso era antes decían los abuelos, hoy probablemente, se declaran utilizando el celular.
Durante mi soltería, tenía la buena costumbre de enviarle flores, el “día de la madre” a mi madre y a mi abuela, también a mis tías, hermana y consuegras, posteriormente. Lamentablemente subieron el costo de las flores y terminé esta buena costumbre.
En Europa, cuando vas por primera vez a casa de amigos (invitación), es de rigor llevarle a la dueña de casa un ramo de flores, (lo llevas en la mano), igualmente en Quito, cuando se trata de una invitación de “alto rango”, más aún la dueña de casa espera recibir un ramo de tu parte y si no lo haces, hay damas, que te lo reclaman.
En los Estados Unidos, el “date” la primera salida con la chica con la quisieras enamorarte, es de rigor que el jóven lleve a la invitada a salir, una orquídea o una rosa. Si no la lleva, tal joven de seguro no obtendrá su propósito de conquista a la susodicha.
Jamás he dejado de enviarle a mi esposa, un ramo de flores para su cumpleaños o para cualquiera de nuestros aniversarios de casados. La última vez, lo hice, en el día de los enamorados (del amor y la amistad en la actualidad) y en el día de la mujer. Recuerdo cuando salí del supermercado con mi ramito en la mano, una señora me felicitó y me dijo, “¡que romántico!” Le agradecí y le respondí: ¿Ud. ya recibió el suyo?, me contestó, no todavía. Le dije: reclámelo, se lo merece.
Cuando tu esposa o una amiga querida, tenía su primer niño o niña lo elegante es mandarle un ramo de flores a la cínica-maternidad. Aún los más podres de la sociedad, cuando visitan en los cementerios a sus seres queridos, les llevan un ramto de flores o al menos una rosa…
Antes de la costumbre de enviar flores, se llevaban las serenatas, a la susodicha. Había en esa época los famosos “ven tú”, excelentes guitarristas y cantantes, que esperaban tu llegada en la calle Av. Seis de Marzo y Luque/Aguirre. Eran tras que los escogías, con: ven tú, tu y tu. Un cantante y dos guitarristas; las tres canciones clásicas costaban 20 sucres.
Llevé algunos en mi soltería, pero los regresaba a su lugar de origen. Generalmente los que los contrataban, no los regresaban y se tenían que ir a pie de regreso. De ahí salio el dicho, “le hicieron la del músico”, a quienes los amigos lo invitaban a algún lugar y no lo regresaban a su destino final.
Eran cosas de esas, épocas de juventud, que se matizaban las buenas con las malas costumbres y con los partidos de futbol en las veredas y en las calles, de acuerdo con la edad de los deportistas, en los barrios de Guayaquil.
Son las anécdotas del pasado, que todos, casi que sin excepción, las hemos vivido y se me ocurrió recordarlas. . .