21 noviembre, 2024

Viajes inolvidables

Habíamos terminado los exámenes del Bachillerato y la entrega del título respectivo. Fue entonces cuando la familia Toro Repetto, me invitó a las Islas de Jambelí, en la zona de Costa Rica. Ahí tenían una casita de madera, para pasar las vacaciones.

Salimos del muelle 7 del Malecón, en las lanchas de cabotaje a la Provincia de El Oro. Llegada a las tres a.m . De ahí, viajamos a Jumón, a la Hacienda de los Toro-Segarra. Al día siguiente a la Hacienda Guarumal. A las 5.pm.salimos del muelle, por los esteros, en dos ocasiones nos varamos, en los esteros menos profundos, hasta que llegamos al lugar esperado. Eran cerca de las 9 pm. Gran algaravío de las familias que nos esperaban: Los Romero, Los Toro, Los Cucalón y otras más.

Al día siguiente, el gran desayuno: Liza ahumada en el carbón, bolón de verde, ensalada de frutas, leche, pan con queso y jamón. A eso de las 10 am. A la playa hasta la hora de almorzar, siesta y juego de cartas hasta la cena. Luego la “conversa” y a las 10 p.m. a dormir.

Fue en la tarde cuando conocí a Coca, jugando cartas, fué una especie de “amor a primera vista». Coca era hija de Don. Nelson Romero Pereira, muy amigo de los Toro-Repetto y de los Toro-Castro. Tenía una casa playera de madera de dos pisos. Jugábamos en la mesa del comedor de su casa, que quedaba en la Planta Baja, junto con el sector de la hamacas. Muy ventilada el área y con vista hacia los esteros del Archipiélago de Jambelí.

En las noches, mientras había luz, íbamos a la glorieta a escuchar música y a bailar, con radio caseteras. A las diez de la noche, se acababa la bailada. Con una sirena, se anunciaba el corte de de luz, unos cinco minutos antes. En una de esas noches, me le declaré y me aceptó. La invitación de los padres de mi amigo de colegio y de estudios, era por 15 días. Me regresé al Puerto, en el Yate de Don. Nelson, que gentilmente me lo ofreció para que me llevara. A las siete de la noche, con mi ciento de conchas y mi plancha de cangrejos, me regresé a Guayaquil.

Años más tarde vinieron otros viajes, pero ya eran en familia. Alquilábamos un bus de la cooperativa del lugar, hasta donde íbamos, por tres o cuatro días, en los feriados. Todos los gastos colectivos se pagaban de acuerdo al número de personas de cada familia, salvo los menores de diez años de edad, y el hospedaje, que cada cual lo pagaba, en el lugar al que llegábamos.

Los calderón, de alguna manera éramos en esas épocas como los chilenos: “Pata de Perros”. Fue así como conocimos casi todas las ciudades de la Sierra, desde Loja hasta Tulcán. En la zona Oriental, Baños de Ambato, Shell, Napo y otras localidades orientales. De la Costa, visitamos, en estos viajes colectivos, las ballenas jorobadas, frente a la Isla de la Plata, las principales ciudades y balnearios de las seis Provincias costeras y Galápagos, las conocimos, de manera familiar, pero no de manera colectiva.

Son maravillosos estos viajes, tienen que ser perfectamente planificados y calculados muy bien los gastos, las reservas de hotel y los posibles incidentes, que nunca faltan, en grupos donde van adultos mayores, jóvenes de ambos sexos y niños pequeños. En un viaje a Cuenca, se nos perdió por dos horas mi nieto de 9 años, que salió corriendo de la Catedral, hacia afuera y se me perdió de la vista, estaba a mi cuidado, mientras el resto de los acompañantes y familiares, daban alguna vuelta por el centro de la ciudad. Fueron dos horas de angustia personal, que no se lo deseo a nadie. En otra ocasión una plataforma, casi arrastra a la buseta en la que viajábamos, la veíamos venir , bajando torcida, una loma, pero felizmente el chofer enderezó la plataforma y nada pasó, sólo gran susto, que nos llevó a parar en algún lugar cercano para tranquilizarnos.

Entre canciones, unos traguitos, para el frío y largas horas de viaje, de rizas y de historias viejas, las pasabamos de lo mejor.

Eran otros tiempos, donde viajar, no era un peligro, para los viajeros, no existían los asaltos a las unidades de transportes.

Ojalá se recupere en el país, la tranquilidad, que la han destruido las bandas criminales. Las cosas están dadas, por las Autoridades, para ganarles la carrera. Ahora el asunto está en la decisión de las FF.AA. y de la PP.NN.

Sóla así podrán, en el corto plazo, las familias ecuatorianas, conocer su país.

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