TENÍA 14 AÑOS, CUANDO MIS PADRES ME ENVIARON A LOS EE.UU. POR PRIMERA VEZ. Era en un Programa de Intercambio Estudiantil, con estudiantes de USA y en Ecuador, con Guayaquil.
La “International Exchange Student”, era la organización americana encargada de escoger a las familias americanas donde llegaríamos a vivir, por los tres meses en Invierno. Las familias vivían al Norte del Estado de N.Y., en las cercanías de Búfalo, una ciudad industrial, cerca de las Cataratas del Niágara.
Al Colegio al que asistimos era el “West Séneca High School”, un colegio muy grande, mixto, gracias a Dios, por cuanto la estancia hubiese sido muy aburrida. En el Colegio, teníamos que escoger las asignaturas que más nos gustaban, era obligatorio escoger Historia de los EE.UU., pero no teníamos obligaciones académicas, con relación a las notas. Escogí, Gimnasia, Carpintería, Inglés, (algo así como Castellano), natación e historia de USA., materia que le daba una señorita Argentina, muy agradable.
Los colegios americanos, tienen todos los días Educación física (GYM), un día nos tocaba jugar basquet, otro día indor fútbol, otro día beisbol (softbol), otro día natación y otro día alguna enseñanza válida cuando estábamos nadando, como SALVATAJE. Los locales erán cerrados y el agua temperada..
CUANDO ME TOCÓ NATACIÓN, tome un pequeño maletín, (no existían las mochilas) y guarde mi pantalón de baño y mi toalla. Otro ecuatoriano, Ricardo M., también vivía en la misma casa de estos americanos. El año anterior había estado ahí como estudiante de intercambio estudiantil, lo llegaron a querer mucho y al año siguiente lo invitaron, sin el compromiso del intercambio estudiantil.
Ricardo me dijo: Sucre, ¿para qué llevas al pantalón de baño? Le contesté: porque hoy tenemos natación. No es necesario, me contestó, los estudiantes aquí en los EE.UU., hacen natación denudos. No le creí, pero era verdad, me sentí muy incómodo, al principio, pero después me acostumbré.
En esa misma piscina, pero en días y horarios diferentes, las chicas, practicaban los mismos deportes que los chicos e igualmente se bañaban sin traje de baño, según supe, pero bajo la dirección de supervisoras mujeres.
Solamente en ejercicios prácticos, como salvataje, era permitido ir en traje de baño.
Les voy a contar en que consistía el salvataje, por cuanto es fácil y útil, en caso de emergencia, en la que un niño/a o joven, se este ahogando. El ejercicio era entre los dos mejores nadadores de la clase. El uno estaba en el agua y el otro fuera del agua, con blue jeans, ambos con pantalón de baño. Pitaba el Coach y empezaba el simulacro, el de la piscina, simulaba que se estaba ahogando y el jóven del exterior, se sacaba el blue jeans y se quedaba en pantalón de baño empezaba el salvataje. Tomaba las piernas del pantalón y les hacía un nudo, igualmente, con la correa del jeans, cerraba la cintura del pantalón, de suerte que con el aire que quedaba en el interior del Jeans, se formaba como una boya, se arrojaba al agua y se la ponía al “ahogado”, sobre los hombros y lo llevaba hasta el borde de la piscina.
Si no conoces técnicas de salvatajes para quienes se estén ahogando, pide ayuda, si no la hay, trata de salvarlo, pero debes tener la fuerza suficiente para medio soñarlo, al que pretendes rescatar, por cuanto tal es la angustia del que se está ahogando, que te agarra con tal fuerza, que ambos pueden ahogarse, en el intento.
En el mar, si sufres de calambres, nunca te alejes de la playa, siempre hasta que topes fondo con tus propios pies. El dolor del calambre es tan fuerte, que te hunde bajo el agua y posiblemente te ahogues.
Tuve una segunda oportunidad de ir en intercambio estudiantil, esta vez llegue a una granja ganadera, que tenía unos 90 vacas Holstein, que daban 40 litros de leche por día (dos jornadas) y pude apreciar, como todos los ganaderos del sector, reunían la leche en unos tanqueros refrigerados y vendían la leche a las grandes envasadoras, para ulteriormente enviarlos a los supermercados, ventas que se daban en remate, del mejor postor, de por decir, 10 mil litros de leche, por poner una cifra. La puja, finalmente se repartía por igual entre los ganaderos participantes.
Años después en una hacienda cercana a Balzar, aprecie, una venta de ganado en pie, muy interesante. El dueño de la hacienda llevaba el toro, vaca o torete a exhibirlo, el montuvio que quería compararlo, lo examinaba muy bien, calculaba el peso del animal, al ojo, y le ponía un precio. El dueño del animal, en ocasiones aceptaba el precio, otras no y empezaba la puja entre los dos, hasta llegar al precio que ambos consideraban justo y se arreglaba la venta, al contado. De inmediato, el dueño del animal, le ponía su “marca”, con un hierro incandescente, de suerte que nunca se le borra, con la inicial del nuevo propietario, marca que generalmente se la estampaba sobre una de las nalgas del animal.
Curiosos sistemas de venta, que han tenido vigencia, en países desarrollados, como los EE.UU. y no tan desarrollados como el nuestro. No sé si después de unos 50 años, se sigan utilizando. Quizás, la Inteligencia Artificial (I.A.), se encargue de estos menesteres, en la actualidad.
La Fellowship, la representaba en Ecuador el Dr. Emiliano Crespo, dueño de la clínica que llevaba su nombre ”Clínica Crespo” en el centro de Guayaquil, cercana a los famosos garajes España, (hacia la calle 9 de Octubre y Quito). A su muerte el Intercambio estudiantil lo continuó su hija Mariela Después aparecieron otros intercambios estudiantiles, algunos de seis meses con familias norteamericanas, y otros con países europeos y con Inglaterra.
Lo importante de este Intercambio que me costearon mis padres, era que durante una semana, todos los becarios viajábamos a N.Y., y visitamos el Empire State, la Estatua de la Libertad y otros lugares íconos de la ciudad de N.Y. Luego viajábamos al camposanto, en Virginia,, donde reposaban los héroes de la Independencia de los EE.UU y luego viajábamos a Washington D.C., visitamos la Casa Blanca, el Capitolio y el Pentágono y otros lugares emblemáticos de la ciudad.
Recuerdo entre los compañeros de viaje a ese intercambio a Micky Pérez, a Ronald Sonne, a Javier Amador, a Chito Aray, a Jorge Idrovo, a María del Carmen Bejarano y a otras dos chicas más, algo mayores, cuyos nombres se me escapan y a Ramoncito Espinel, de sólo doce años de edad, (el menor de todos).
Ustedes comprenderán lo que para un chico de 14/15,años representaba tan grata experiencia de vida. Me cambió la vida y por supuesto la visión del mundo, a mi regreso.
Espero haberles contado una experiencia de vida de mi juventud, que les haya dejado una buena impresión.