Con la certeza científica de los posibles desastres ambientales que la Humanidad podría soportar de no fijarse resultados tangibles y concretos para la conservación del planeta, delegados de todos los países del mundo se han reunidos en múltiples conferencias destacándose las que han fijado rumbo cierto como fueron: Agenda 2030, Acuerdo de París y la COP27 de noviembre de 2022, a fin de concretar metas que, verdaderamente, tiendan a armonizar el futuro de más de ocho mil millones de seres humanos tomando en cuenta el riesgo ambiental que suponen las actuales condiciones de vida nada favorables a este propósito, es decir, evitar el incremento del calentamiento global conllevando el cambio climático.
Unido al aumento poblacional irreversible y los recursos naturales finitos frente al resultado negativo de la aplicación de los tratados internacionales ambientales –cerca de 50 multilaterales– por parte de los miembros partes, es posible se lo logre tomando en cuenta que existen 47 Estados isleños y cientos de ciudades ribereñas a los mares donde habitan 300 millones de seres humanos que podrían ser víctimas y estar en peligro por el aumento del CO2 cuyo remanente la atmósfera los regresa a la Tierra.
Acción que ocasiona, a la vez, aumento en la temperatura originando, por ejemplo, la reducción de la capa de ozono, especialmente en la zona antártica; derretimiento de los glaciales incrementando el nivel de los océanos, según cálculos podría iniciarse entre uno o dos metros para luego irse incrementando, acorde al informe “Future flood losses in major coastal cities” de Nature Climate Change. No olvidemos que Guayaquil como puerto costero, consta en él (dato de EL UNIVERSO del 29-09-2013).
Esta transformación climática surge del permanente uso de recursos no renovables, entre ellos el petróleo, el aumento de la contaminación ambiental originada por el desconocimiento de los pobres que, para su manutención, acuden a la Naturaleza sin prever ningún cuidado si no obtener lo necesario y evitar su muerte, el incremento de la explotación tanto terrestre como subacuática sin mayor tecnicismo al arrastrarse a especies que habitan en ellos, caso de los corales protectores de la riqueza marítima igual los manglares en las playas.
Pensar que el espacio siendo infinito pueda soportar en la circunferencia de la Tierra toda clase de abusos como es la basura espacial que por miles están en la atmósfera, o que mediante gigantes pantallas girando alrededor del sol puedan derivar en energía eléctrica hacia la tierra sin causar daño alguno.
La Humanidad debe, debe, tener conciencia de ello y pensar en sistemas favorables a la permanencia de los seres vivos en el Planeta evitando la deforestación de los bosques, el uso de recursos renovables en toda la extensión que hoy cabe, ejemplo, construcción de edificaciones utilizando los desperdicios de plásticos, vías de comunicaciones terrestres con deshechos de demoliciones, agua reciclada y ciento de soluciones a fin de evitar agredir más a la Naturaleza que, por acción humana, cambia, pierde, su normal desenvolvimiento con resultados de inundaciones, sequías, aridización, minería ilegal, incrementando tierras desérticas y cientos de consecuencias desastrosas.
Hoy existen sistemas de desarrollo preventivo, ejemplo, economía circular, responsabilidad social empresarial, programas ecológicos, sostenibilidad ambiental entre otros tantos.
Para el caso de Ecuador, tenemos cerca de veinte a treinta disposiciones constitucionales que son mero saludo a la bandera dado que, desde su vigencia no han disminuido las agresiones ambientales tanto urbanas como rurales. Bien vale preguntar ¿De qué sirven…?
Frente a un sistema electoral próximo, pensemos y razonemos cuál de las figuras electorales tienen, por lo menos, ápice de conocimientos de esta problemática de enorme y definitiva resolución para los ecuatorianos como son los desastres ambientales.
Guayaquil a 12 de junio de 2023.
resucitaste, Regina Zambrano. Me alegro enormemente