Son momentos de silencio, eterno conocimiento que fluye tras la campanada de lo finamente palpable. Brota como la luz, que despierta tu primera capa de sueño, rompiendo las cadenas de lo “finalmente bueno”, hasta poco a poco llevarte ante el veredicto de la verdad, afrontar la realidad.
“No malgastes más tiempo argumentando acerca de lo que deber ser un buen hombre, se uno” Así nos decía Marco Aurelio, el mismo quien según nos cuenta la historia, fue emperador de Roma.
Marcó su paso por el hilo de la memoria, gracias a tener algo en particular, era un amante y expositor de la filosofía estoica. Marco Aurelio era un alumno obediente de los maestros estoicos.
Entre todas las prácticas del estoicismo, llevaba una en particular, por lo cuál hoy es recordado y estudiado, Marco Aurelio llevaba un diario personal. A este diario se lo conoce como “Meditaciones”, era un diario personal, en el cuál se puede absorber mucha sabiduría estoica. En este diario, hay mucho que aprender, personalmente lo que siempre tengo presente son sus agradecimientos por todo aquel que ha pasado por su vida.
Te sugiero leerlo, quizás pueda ser una gran guía para ti.
Bajo la lupa de lo que recuerdo vagamente, puedo decir algunos de esos agradecimientos, adaptados a mi tiempo. ¿Cuáles serían los tuyos?
– Aprendí de mi abuelo: el valor del silencio, la belleza del conocimiento, el arte de escribir, el amor a mi madre, el respeto a mi padre, la admiración a ambos.
– Aprendí de mi abuela: el sacrificio del amor, el poder de la voluntad, el vivir en el presente y amarlo con locura.
– Aprendí de mi gabuelo: la locura de la grandeza, que la experiencia no se hereda, que el trabajo no solo es externo, sino interno, que ante la grandeza solo se arrodilla la humildad. – Aprendí de mi labuela: la piedad, el orden, la excelencia en todo momento, el silencio ante el dolor, el valor que me tengo.
– De mis mntías: el valor del arte, la pasión por la lectura, que ante la duda, el recuerdo de la figura sabia de su abuelo y padre, todo calma. –
De mis gltíos: el temor al olvido, la búsqueda del conocimiento, el jamás prestarme el favor de tirar de lado mi carácter, que la genialidad sin orden, sin disciplina no tiene rumbo alguno.
– De mis primos: el valor de la familia, la importancia de permanecer juntos, el experimentar en la experiencia de otros, que la locura que se hereda, es pesada y hay que saber manejarla.
– De mi hermana la sabia: que el conocimiento es vida, que en la amabilidad está el servicio, que la familia lo es todo, que el amor a lo que no se ve, forja la razón de vivir.
– De mi hermana la estoica: en la hermandad nacen los mejores amigos, que vivir sin dar, no es vivir, que el aprendizaje está en los actos de amor, que la vida es una aventura, pero se la vive mejor con la sabiduría estoica.
– De mi hermana la guerrera: la valentía es un acto diario de vida, que el ser humano puede ser bueno por naturaleza, que los ángeles si existen, que la adversidad es nuestro camino, y que el corazón puro, une familias y las hace mejores.
– De mi mejor maestra: que la vida no tiene sentido, si no respetamos a nuestros padres y aprendemos lo mejor de ellos, que la vida es ahora, para que pensar en el futuro, que lo divino está en todos, el amor a los libros, a la historia, al ser diferentes, y que nos valga poco o nada lo que el resto diga de nosotros. Que no existe nobleza sin respeto, y palabras sin acción, que la familia debe de permanecer unida, que el amor de una madre a sus hijos, es confuso, pero es puro, no lo trates de entender, solo vívelo.
– De mi mejor maestro: la amabilidad como espada, la alegría como escudo, la empatía con el menos necesitado, el estrechar la mano con firmeza ante cada ciudadano del mundo, que la austeridad es una forma de vida, que el dinero ayuda, pero no te hace humano, la riqueza hay para todos hay que saber repartirla, a amar con pasión a mi compañera de vida, a los hijos enseñarles con rigor pero con ejemplo y amor.
– De mi compañera de vida: la fortaleza está en la experiencia, la sabiduría se la enfrenta no se la lee, el caracter para ser mejores, la humildad para aprender día a día, que el hogar se lo forma, no se lo compra, que el amor siempre está ahí, solo hay que darle tiempo, la paciencia como carta escondida, suele siempre florecer; la atención para mantener viva la llama, la risa como método de sanación, la improvisación como arte, el amor como base de vida.
Al final, agradecer debe de ser un acto diario.
Carpe Diem.
Amor Fati.
Memento Mori.
Gracias Marco Aurelio.
Memento Mori. Carpe Diem.