¿Qué produjo la desigualdad de la que tanto se habla en todo el mundo? ¿Cuáles fueron las causas? ¿Quiénes, los responsables? Hay muchas verdades a medias de lo que se ha escrito en abundancia. Es un tema que ha preocupado a instituciones como las Naciones Unidades creadora del coeficiente GINI, que mide la desigualdad en los países, siendo 1 la máxima desigualdad y 0, la mínima.
Los políticos populistas y redentores la usan en sus campañas y cuando asumen el poder se dedican a robar y crear clases políticas pudientes productos del robo de los fondos públicos y de proveedores con baja moral. Los chivos expiatorios de la desigualdad han sido los empresarios; a ellos se los acusa de acumular riqueza y de tener ingresos muy superiores a los demás. ¿Pero son ellos los verdaderos los culpables? Hagamos una revisión histórica de la desigualdad.
Hasta alrededor de 1750, el ochenta porciento de los habitantes del mundo era pobre; por la limitada actividad económica tomaba siglos duplicar la renta por persona. No existía el motor, el trabajo se hacía con la fuerza bruta del hombre y animal. Por milenios la navegación era a vela y el transporte terrestre se hacía con animales y carretas con limitada capacidad de traslado. La comunicación a distancia era con cartas y palomas mensajeras. Si describimos a Guayaquil en esa época, nos encontramos que los habitantes vivían en condiciones terriblemente hostiles por las enfermedades y epidemias tropicales que mataban a muchas personas: El fuego era común por el frágil material de las casas; en las calles, los excrementos humanos se mezclaban con el de los animales. Faltaría cerca de un siglo para el nacimiento de la actividad de abromiquero, oficio duro y pestilente. Su oficio era recoger las excretas humanas de las casas en pequeño barril de madera. No existía cuidado de la salud, se desconocía la higiene. No había educación formal. Siendo la gran masa de los habitantes pobres en todo el mundo, la riqueza era muy escasa. Lo que explica que para 1820 el índice Geni global era, 0.48 El mundo era tan pesimista que se sostenía que debido al crecimiento poblacional habría hambruna a nivel mundial.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII tiene lugar la Revolución Industrial, Adam Smith publica la Riqueza de las Naciones y con la Independencia de Estados Unidos, nace la democracia. En medio siglo, el futuro lúgubre de nuestra tierra pasó a ser lleno de oportunidades para progresar. Nació la maquinaria a vapor y con ella numerosas industrias y hubo trabajo sin usar la fuerza bruta. Se inventaron los vapores y ferrocarriles, los que permitieron acortar el tiempo de viaje y traslado de enorme cantidad de pasajeros y carga. Los pobres tuvieron trabajo, nacieron los productos de consumo; todo esto bajo el capitalismo escrito por Smith, nuevo y revolucionario sistema económico que apoyaba el libre mercado, que las personas debían participar en actividades de su interés, propugnaba la especialización para poder aumentar la productividad, entre otros. Su filosofía se resume: “No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero de lo que esperamos nuestra cena, sino de su consideración por su propio interés”. José Joaquín Olmedo, en su famoso discurso sobre las Mitas, lo cita sin mencionar su nombre. En el siglo XIX continuaron nuevas revoluciones industriales con los inventos de la industria química, acero, luz eléctrica, telefonía y otra. Nacieron las primeras enormes fortunas de personas pobres que con iniciativa, trabajo e imaginación crearon poderosas empresas. La renta por habitante comenzó a duplicarse ya no cada centenar de años, tomó 80 años. La prosperidad hizo que quienes tenían mayores conocimiento y habilidades ganaran más dinero que otros y así comenzó a crearse la desigualdad. Para 1860, el GINI se ubicaba 0.55. En el siglo XX, a pesar de las dos guerras mundiales, el mundo no dejó de prosperar, nacieron nuevas industrias, comercios y servicios y con ellos la desigualdad continuó en aumento. Para 1980, el GINI estaba en 0.65 y en el 2000 alcanzó el nivel máximo de 0.68. China es un ejemplo. En 1980, en la época de MAO, todos eran pobre, el GINI era 0.16. Con la administración de Xiaoping, llegó la inversión extranjera, la tierra dejó de ser comunitaria, se alentó la iniciativa privada y el GINI comenzó a subir. Para el 2010 se encontraba en 0.4. Pero centenares de millones de personas se incorporaron a la economía. Hoy China tiene la mayor cantidad de millardarios del mundo. Branco Milanovic, economista serbo americano recientemente publicó a Gran Covergencia (https://www.foreignaffairs.com/world/great-convergence-equality-branko-milanovic) en la que prueba que el GINI a nivel global ha comenzado a disminuir en el siglo XXI, actualmente está en 0.6. Su ensayo es contrario a todas las estadísticas que se publican sobre la concentración de la riqueza.
La historia nos dice que en base a lo sucedido en los últimos trescientos o más años, la pobreza disminuyó dramáticamente a través de la creación de nuevas industrias, comercios y servicios que generaron enorme actividad económica hasta alcanzar la prosperidad. Pero tuvo el costo de aumentar la desigualdad, para posteriormente irla disminuyendo. Hay países que han logrado duplicar la renta en una generación. Pero Ecuador con un crecimiento anual del PIB al 3% anual durante las últimas décadas no conoce la prosperidad. Si los gobiernos hubieran invertido correctamente los dineros públicos en educación, salud e infraestructura tendríamos una sociedad más igualitaria. Lamentablemente se han despilfarrado y robado, con las excepciones de rigor.
Agradecido.
Notable y didáctica columna..
Con relación al Ecuador de los últimos ocho decenios, (ochenta años), salvo pocas y honrosas excepciones, la rapiña, el saqueo, la delincuencia, el narcotráfici, la corrupción, el populismo y la demagogia del impúdico y mendaz autócrata de turno, y la gavilla de los eternos o flamantes funcionarios adaptados a su bastardía militante, han atentado contra la prosperidad y el desarrollo, la educación, la salud y la seguridad pública…