De aprobarse eliminar la explotación del Yasuní, eliminamos nuestros campos y se los damos gratis a Perú que absorverá nuestro petróleo desde el otro lado.
Es inconcebible que una consulta popular planteada diez años atrás, archivada por la Corte Constitucional de esa época, se la incorpore hoy a un proceso electoral improvisado, sin que nadie o muy pocos comprendan a cabalidad lo que se les está consultando. Además, es materia juzgada, no cabe ninguna pregunta; el Ejecutivo de ese periodo decidió explotar estos recursos que hoy ya están en producción, y nos representan ingresos por 1.200 millones de dólares anualmente.
Esa consulta debe suspenderse. Todos perdemos con esa consulta, los ecuatorianos que trabajan y dependen de esa actividad, los municipios que se benefician con las participaciones que reciben y los miles de ecuatorianos que sin contar con esos recursos dejarán de percibir sus beneficios o tendrán que aportarlos por otras vías, sea más impuestos o mayor endeudamiento. No tiene objeto pretender dejar ese petróleo bajo tierra, gradualmente irá perdiendo valor cuando los nuevos tipos de energías renovables amenazan con poner fin a su valor futuro. Los vehículos eléctricos, a gas natural o hidrógeno, convertirán al petróleo como un recurso del pasado. La transportación marítima y aérea también evalúan la utilización de nuevas alternativas renovables y menos contaminantes. Este tipo de decisiones deberían estar prohibidas en la ley y no deben ser materia de ningún tipo de consultas o referéndums. Para ello elegimos a nuestros representantes de gobierno para que administren materias especializadas y complejas, sobre las cuales se debe decidir con base en opiniones de expertos, y observar todas las prevenciones de cuidado del medio ambiente. Los campos petroleros que se desmonten y dejen de explotar en el Yasuní serán prontamente instalados al borde de nuestra frontera con Perú, será muy fácil absorber nuestro petróleo desde el otro lado, como un sorbete industrial sin riesgo para el inversionista que conoce que en esa zona existe petróleo. De aprobarse eliminar la explotación del Yasuní, los ecuatorianos seremos el hazmerreír internacional, ya que eliminamos nuestros campos y se los entregamos gratuitamente a Perú. Una vez más, los ecuatorianos seremos autores y víctimas de nuestra propia desgracia e ignorancia. (O)