MENCIONARÉ EN PRIMER LUGAR A MI ABUELA ANA MUÑOZ VALLEJO DE CALDERÓN LUCES.Una mujer maravillosa, quedó viuda muy joven, y con su máquina de coser, alimentó y educó a sus cinco hijos, como hombres y mujeres de bien, al igual que a sus cinco sobrinos, por ser un pedido mortis causa de su cuñada.
Era muy estricta, pero muy generosa, ya formados sus hijos, no necesitaba coser, pero seguía cosiendo, para cuando alguna empleada la iba a visitar, para regalarle a unos de sus hijitos.
No salía de casa jamás, salvo para visitar una vez cada tres meses al Dr. Juan Tanca Marengo, su médico, yo la acompañaba, era un chico todavía. A mi abuela Rosa Pérez Pazmiño, no la conocí, yo no había nacido aún. Según me cuentan mis primas mayores, era también una mujer maravillosa. Murió cuando dió a luz a su última hija (Mi tía Pilita). El que quedó viudo fue mi abuelo, que nunca se volvió a casar.
Debo mencionar a unas pocas viudas que conozco, que nunca se volvieron a casar, manteniendo su larga soledad con los recuerdos de sus maridos. Debo mencionar, a mi prima política Allba Guerrero de Calderón Pérez, a mi tía política Mirna Bustamante de Calderón Muñoz y a mi cuñada Marilú Romero de Von Romberg, a la viuda de Nicolás Machiavello a la viuda de Franz Mayer, a la viuda de Pabucho Arosemena y a la viuda de Ricardo Fiore, a quienes las conozco y de cuando en cuando conversamos, en mi lugar de encuentro.
Posiblemente la lista de ese tipo de viudas, es muy larga, Uds. mis lectores deben conocer a más de una que se me escapa.
Merecen mención, las viudas españolas, que perdieron a sus maridos en las guerras, que no se pusieron a llorar, sino a trabajar; labraron la tierra y en ella cultivaron cacao y sacaron un bombón muy sabroso, al que le pusieron VIUDA, también lograron fabricar un champagne artesanal, al que le pusieron por nombre “Viuda de Cliquoc”, que tuvieron gran repercusión, primero en España y luego los internacionalizaron. Recomendando a sus congéneres viudas a seguir su ejemplo.
Por extensión, quiero incluir a las solteras, en especial a aquellas, que no encontraron su “Principe Azul” y que a esta hora de sus vidas, se dedican a las obras pías o a terminar sus novelas o siguen escribiendo sus versos, con la inspiración que fue y es la “única persona” que las acompañó en vida, hasta la presente fecha.
También quiero incluir a las divorciadas, pero no a aquellas, que dicen “felizmente divorciadas”, sino simplemente, te contestan, soy o estoy divorciada, sin agregar ningún apelativo sui géneris.
Bien por todas ellas, bien por su larga y honesta trayectoria de vida. Que Dios las acompañe siempre y las cuide en el camino que les queda por andar todavía.