21 noviembre, 2024

El subdesarrollo está en la mente (II)

Cuando en 1820 Guayaquil se independizó de España, seguida después por el resto del país, la ciencia de la economía sufría gran transformación porque se estaba terminando de enunciar los principios para tener crecimiento sostenido. El feudalismo y mercantilismo no habían permitido a las economías crecer más de 0.5% anual, lo que significaba que tenía que transcurrir centenares de años para duplicar la renta de las personas. Adoptando el modelo capitalista, se les presentaba a Guayaquil y luego Ecuador, la oportunidad histórica de salir de la pobreza y convertirse en nación próspera, como lo estaba haciendo Estados Unidos desde 1789. Por primera vez en la historia de la humanidad la economía de mercado permitía a los países crecer a más de 1% anual.

El capitalismo no nació sorpresivamente, fue creado gradualmente desde el siglo XVI, cuando ingleses con mentes de gran talento y visión habían comenzado a construir los cimientos teóricos para lograr elevados niveles de vida y progreso para los pueblos. Estos padres de las teorías del crecimiento económico fueron comerciantes ingleses quienes en base a las observaciones del mundo económico que los rodeaba, escribieron sobre el comercio exterior, medio circulante, tributación, cambios internacionales, industrialización, manejo fiscal, rol del estado, etc. En Inglaterra el desarrollo del estado tuvo lugar cogido de la mano con el desarrollo del mercado, es decir nacieron y crecieron en armonía los sectores público y privado. Para el siglo XIX, Inglaterra tenía inmenso poder político y económico sin burocracia pública.

Los ingleses fueron los primeros en hacer la transición del feudalismo al capitalismo y así como en industrializarse. También   fueron pioneros en reconocer que el estado de la economía era importante pues daba forma a la política y destino del país. Vieron a

las colonias como mercados y no como proveedoras de materias primas. Sus comerciantes no permitieron que la política interfiriera con los negocios por considerarlo ineficiente e irracional. La exclusión de la política en el mercado era reconocida como característica importante. Ser apolítico señalaba madurez del mercado. 

En 1549, John Hales afirmó que Inglaterra debía procesar las materias primas para exportar el producto terminado y que la posesión individual, es decir ser propietario, era muy importante para el ser humano, como también hacer ganancias;  Edward Misseldem estuvo en favor de la abolición de los monopolios y junto con Thomas Munn, plantearon la urgente necesidad de que Inglaterra promoviera la marina mercante como fuente adicional para recibir ingresos,  garantizar la venta de los productos ingleses en ultramar e incrementar la riqueza; en 1623, Gerald de Malynes, propuso que el exceso de las exportaciones sobre las importaciones, favorecía al reino inglés porque lo hacía rico;en 1665, William Petty fue la primera persona en estimar el ingreso de un país y con su método se comenzó el control presupuestario; en 1693 Charles Davenant  y James Wilson sostuvieron que los recursos de Inglaterra debían ser superiores a los de los estados rivales; Josiah Tucker propuso que el estado debía ser parte inherente y necesaria del grandioso sistema económico y que los bienes ingleses debían ser producidos y transportados en forma más barata; en 1765, William  Mildmay, afirmó que el poder político no se podía obtener sin la riqueza, ni ésta sin el comercio.  

En 1776, Adam Smith publicó su magna obra Riqueza de las Naciones, donde propuso el capitalismo, el más poderoso motor del crecimiento, creado por el ser humano, proclamando que la prosperidad en las naciones no se conseguía acumulando oro ni plata, sino con la productividad de la agricultura e industria, a través de la libertad económica. También expuso que la competencia era sana porque obligaba a los empresarios a buscar la eficiencia. Para Smith, el mercado creaba el interés propio en el ser humano, haciendo que la ganancia sea el principal motivador de la economía. Fueron las fuerzas del mercado las que erosionaron las estructuras del feudalismo y mantuvieron la política fuera, sin perturbar la creación de riqueza, desafiando al viejo orden.

Smith fue muy claro en advertir que, sin los derechos de propiedad bien establecidos, no hay nada en qué transar y sin intercambio no hay mercado y sin éste, no hay crecimiento económico. Para él, los derechos a la propiedad establecen las reglas de la producción y facilitan las actividades del mercado.  Otras herramientas del desarrollo inglés fueron la creación de las instituciones de crédito y mercado de capitales. Este último era el hogar del hombre económico, santuario de la racionalidad económica y eficiencia.

La naturaleza dinámica del capitalismo creaba nuevas opciones de inversiones e industrias, también generaba desarrollo y crecimiento. Esta es la explicación a que la Revolución Industrial tuviera lugar en Inglaterra, donde la precisión, rigor y lógica, características del capitalismo, crearon nuevos patrones de análisis y pensamiento, los que reforzaron el avance tecnológico. En este transformador modelo económico, la fuerza que impulsa la inversión era la iniciativa emprendedora basada en la habilidad para captar avances tecnológicos y otras oportunidades, haciéndolas económicamente aplicables y exitosas. Lo que contaba no era tanto el avance tecnológico, como las aplicaciones en la economía a través de la innovación. Esta tomaba diversas formas, incluyendo nuevos métodos de organización, producción, comercialización, etc. Joseph Schumpeter acuñó  la expresión destrucción  creativa, para  explicar  que  los procesos capitalistas tienen sus propios mecanismos de autodepuración, que permiten a las empresas sobrevivientes, alcanzar niveles más altos de excelencia.  

Estados Unidos habiendo sido fiel seguidor de las teorías de los economistas ingleses y de otros países como Frederic Bastiat de Francia y Frederic List de Alemania, tenía   bien claro que los instrumentos del desarrollo no eran la espada ni la cruz, sino las actitudes ante el trabajo, la innovación tecnológica, el progreso en la agricultura, comercio e industria, etc., los instrumentos para ganarse la vida.  Los resultados positivos obtenidos eran evidentes. En 1750, Estados Unidos tenía el mismo ingreso por habitante que América Latina y para 1800, su renta se duplicaba.



Artículos relacionados

La inmoralidad

Es una plaga, como una de las siete plagas de Egipto, que se ha enraizado en el Ecuador. ¡Nadie puede decir que el Ecuador no ha sido un país de pillerías y […]

¿Guayaquil, ya es de todos?

Por supuesto. Guayaquil siempre ha sido, es y será de todos… Pese a que por su estructura social y localización geográfica el individualismo comercial debería ser su único norte, la historia que la promueve significa en su andar sólo un abanico de aperturas. Para blancos y negros. Mulatos, indios y cuarterones. Ricos, pobres, oportunistas, aventureros y hasta santos han gozado de la satisfacción de ser sus hijos. ¿Y cuántos que por adopción están, sin embargo, identificados en felicidad y por amor, generación tras generación, con el ritmo de la vida candente del puerto más acogedor de la América del Sur, tal cual lo dijera Humboldt? Si, Guayaquil es de todos! Pero tal cosa no es novedad. Excepto para los que, por inconciencia e ignorancia, atribulados por la neurosis del poder y su incapacidad para mantenerlo, gritan desaforadamente que ahora ya es de todos. ¿Es que, pese a que ensalivan la boca con el vocablo patria, han olvidado acaso que cuando esta ciudad declaró su independencia lo hizo en el contexto libertario de “GUAYAQUIL POR LA PATRIA? ¿De dónde partieron las milicias que llegaron hasta la cima del Pichincha y exigieron la rendición hispánica? ¿Acaso no están, aquí, representadas, con miles y miles de familias, cada una de las provincias nacionales con sus valores y costumbres, aportando y recibiendo vida a través de sus descendientes?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×