Para entrar a trabajar en el Consejo Nacional Electoral (CNE), debe usted pasar alguno pruebas de idoneidad. La más importante y la que decide su aprobación o rechazo, es cuando preguntan al interesado cuánto es dos más dos. Si usted contesta cuatro queda eliminado por elitista, sabelotodo y pretencioso; si contesta cinco queda excluido por bruto o ignorante; todos los empleados que han ingresado, contestaron a la pregunta cuánto es dos más dos, con otra pregunta ¿Cuánto quiere que sea? Porque de eso se trata estar en el CNE, decidir de acuerdo a intereses protervos quien gana una elección. Son matemáticos, suman, restan, multiplican y sobre todo dividen.
Para ello el sistema de elecciones en línea que se utilizó el domingo en las votaciones del exterior debía adolecer de dos pequeñas fallas que consistían o impedir el voto u otorgarle los votos a la lista cinco sin importar la decisión del votante. La única manera de evitar el robo era anulando el voto.
El método o aplicación electrónica utilizado para el país no tuvo esas fallas tan evidentes, pero si en menor escala y otras que el sentido común de cualquier mortal repugnaría. Aparecen denuncias comprobadas de Juntas Electorales que suben de 40 a 150 los votos de los prófugos del siglo XXI lo que nos hace suponer que el porcentaje atribuido por el CNE es muy parecido a una mujer en cinta, está inflado.
Peor aún es tragarse la píldora que la votación de Noboa supera dos veces la misma votación para los asambleístas de su partido y que la lista de asambleístas del delincuente prófugo tenga casi el doble de quienes votaron por Luisa. Desfases similares ocurrieron con las listas de Topic y Villavicencio.
Si hay algo peor que estar equivocado, es tener la razón cuando nadie escucha. Le ocurrió hace unos meses a Blasco Peñaherrera, quien de manera documentada y con pruebas al canto, demostró que, en las provincias de Pichincha, Guayas y Los Rios hubo fraude electoral en las elecciones de febrero.
Peñaherrera tuvo la valentía de concurrir a las fiscalías y presentar las denuncias correspondientes a fin de que se investigue y sancionen a los responsables, de acuerdo al artículo 334 del (COIP). Le dio ocupado.
Enrique Pita denunció un centro paralelo de control electoral en la provincia del Guayas que también mereció el desprecio de la justicia.
En esta elección ocurrió lo de siempre: adulteración de actas modificando sus resultados auténticos, introducción de fajos de boletas previamente votadas para inflar la votación de una candidatura; manipulación electrónica de los resultados; complicidad de funcionarios de los procesos electorales para ocultar las evidencias del fraude electoral; soborno a las personas que cuentan los votos; falsificación de firmas; y, resurrección de personas muertas.
Aplausos en la cara a los funcionarios del CNE, cuya labor patriótica amañando las elecciones, la realizan con el sano propósito que el resultado sea siempre lo que conviene al país.