El médico y profesor Eduardo Arízaga sostiene que, si se tuvo una experiencia y emoción previa con una canción, esta queda guardada en el cerebro y, de repente, si hay alguna circunstancia o detalle simple, ese recuerdo regresa de manera instantánea. Eso me sucedió hace unos días, revisando unas imágenes del álbum familiar, vino a mi mente la melodía Mundo de juguete, perteneciente a una telenovela mexicana con el mismo nombre, la primera de larga duración, emitida desde 1974 hasta 1977, que sin duda marcó la infancia de muchos. Como se retransmitió en 1981, cuando yo tenía siete años, recuerdo su trama, a su elenco y, por supuesto, el coro de su canción.
Mundo de juguete
ese es el lugar,
mundo de juguete
¿Dónde puede estar?
Mundo de juguete
vamos a encontrar,
Mundo de juguete
solo hay que soñar
Resulta que la pequeña Cristina imaginaba un mundo ideal en el patio de su colegio, así como la existencia de personajes ficticios con los cuales interactuaba, y de quienes recibía cariño y buenos consejos.
¡Cuántos recuerdos de aquella etapa de vida! Quisiera regresar a esa edad en la que todo parecía maravilloso, y en la que nuestra imaginación volaba hacia espacios sin malicia y sin egoísmo, donde lo importante era el amor, ese amor entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos. Ese único y valioso sentimiento que puede transformar algunas cosas.
Lastimosamente, nuestro mundo, el actual, el que tenemos en estos momentos, está tan convulsionado y carente de valores y empatía, que nos sumergimos en una podredumbre humana de la que es difícil salir. Al retroceder en el tiempo, encontraremos que en la Biblia existen un sinnúmero de episodios donde el ser humano es partícipe de hechos nefastos, por lo tanto, vivimos en un círculo vicioso que nos induce a repetir historias nocivas, tanto para la sociedad, como para el individuo.
El mundo es un completo caos, y no lo digo por ser pesimista o para alarmar a quienes, dentro de su zona de confort, piensan que lo que circula en redes sociales son puras teorías de conspiración, difundidas por la prensa amarillista.
Desde hace varios años vivimos en una zozobra constante; la inestabilidad política, preocupación por la salud y economía, son producto de las malas decisiones que, en gran parte, son atribuidas a los gobiernos de turno, en cualquier sociedad, hasta ahora ninguno ha dado muestras de querer hacer las cosas bien.
Si quienes aspiran al poder fuesen honestos, no solo en cuanto al sentido material, sino también en lo moral y espiritual, otros fuesen los resultados. Pregonar que quieren ser los «salvadores», «darnos una vida digna», «trabajar por la igualdad», y otras tantas mentiras que creemos, solo los convierte en esclavos de su propia ambición, la cual es alimentada por ese ego insoportable que, al final, será su perdición.
Sé que vivir en un mundo de juguete es una utopía, solo fue la fantasía de una ingenua niña para alejarse de su triste realidad, pero qué bueno sería si nosotros asumiéramos la responsabilidad como adultos, y así dejar a las próximas generaciones algo parecido a lo que creó Cristina, un espacio de paz, seguridad y amor.
Mundo de juguete
ese es el lugar,
mundo de juguete
¿Dónde puede estar?
Mundo de juguete
vamos a encontrar,
mundo de juguete
solo hay que soñar