-Maaaa, ¿me pasás la crema esa sanadora? –me pregunta uno de mis hijos que tiene un dedo lastimado.
Me causó gracia la expresión que usó. Y no puedo evitar hilar esa frase con ciertos conceptos que estoy leyendo sobre salud-enfermedad. Soy una tejedora compulsiva.
¿Qué es estar sano? O podría decir: ¿qué es estar enfermo?
Ayer escuché a una persona que tiene parte de su cuerpo funcionando muy mal, que se sentía bien interiormente. De hecho, lo escribí porque me impactó lo que dijo.
¿De qué manera nos podemos sanar? Si es que hay que sanar algo. Aunque supongo que no existe una persona sana, sana, lo que se dice sana totalmente, de cuerpo y alma. Sin conflictos de ningún tipo, sin dolencias físicas, ni emocionales, ni espirituales…
Pero tal vez podamos intentar sentirnos cada vez más sanos, ir sanando. Caminar sanando. ¿Por qué no? Como un desafío, como un objetivo. Sanar hasta morir.
Pareciera una paradoja, pero no. Lo que quiero decir es ir viviendo de manera que vayamos enfrentando miedos, que podamos ir perdonando heridas, o pedir perdón nosotros. Maneras de ir siendo sanados. De no esperar hasta último momento. No dejar para cuando seamos viejos lo que podemos arreglar ahora. Sanar hasta morir. Y así morir de una manera sana. Y de paso ir viviendo mejor, menos enfermos.
Podríamos ofrecer abrazos sanadores también (aparte de la crema, ja, ja)
O solucionar conflictos antiguos que siguen estando latentes y lastiman y todavía duelen.
Podríamos dejar de hablar mal de otros, no criticar a sus espaldas. Dejar de decir palabras grotescas y negativas a nuestros hijos, eso sí que ayudaría mucho, muchísimo. Generaría una camada de gente saludable, vigorosa y más fuerte (con menos cuestiones para sanar).
En fin, cada uno deberá decidir cómo vivir.
Sanar hasta morir.
Me encantó!!!
Excelente artículo, motivador, positivo, dinámico, práctico. Va en concordancia con el Evangelio «cuántas veces tengo que perdonar» SIEMPRE, a nosotros mismos, y a nuestros semejantes. Gracias, me gustó mucho, la crema sanadora.