21 noviembre, 2024

El poder del Yo soy

En días pasados asistí a la conferencia de Agustín Laje organizada por la Feria del Libro 2023 en el centro de convenciones de Guayaquil, en la cual el politólogo argentino nos compartía el contenido de su obra más reciente La generación 1di0t4, que se basa en una critica al adolescentrismo.

Ante un auditorio a reventar (más de 1200 personas) el prestigioso conferencista abordó de manera estructurada, coherente y ejemplificada como la mayoría de los adolescentes (que es la actual generación dominante) son idiotas ò están idiotizados.

Una generación de la AUTOPERCEPCION, el poder del yo soy, pero mal manifestado.

Soy hombre, pero me auto percibo mujer o viceversa.

Soy humano, pero me auto percibo caballo; gallina, etc.

Soy adulto, pero auto percibo un bebe. 

¡Que se crean lo que quieran! 

Esa autopercepción no sería peligrosa sino fuera porque al final del día es la sexualización de su identidad lo que los mueve, siendo las mujeres y los niños los mas vulnerables a estas aberraciones, pretenden (y en algunos países lo han conseguido), LEGALIZAR sus alucinaciones y encima el Estado les financie sus más bajos instintos.

Que lejos esta el poder del yo soy de Connie Méndez en donde el creer en nosotros mismos y tener control de nuestros pensamientos para, con acciones, lograr materializar nuestras metas. Y es lo que pensamos el que nos permite vivir en sequia ò abundancia, otros le llaman la Ley de atracción.

Laje cuestionaba: ¿Cómo salvarse del idiotismo? La respuesta: con educación.

Sí, es cierto principalmente con educación lograremos desidiotizar a esta generación -o que no nos contagien, pero sostengo que también con firmeza, porque estos grupos o lobbys no solo tienen el poder económico para silenciar la verdad, sino que usan la violencia y ridiculización para callar e inmovilizar

Y, ¿qué es con firmeza y hasta dónde debemos llegar?, me cuestiono yo.

Firmeza no quiere decir violencia, mostrar tetas o rabos, insultar, ridiculizar o denunciar o encarcelar a quien no comparte SU “autopercepción”, no, no podemos bajar a su nivel.

Comencemos desde casa, estemos vigilantes de los “pensum” o adoctrinamientos en las escuelas y colegios, porque en esa “educación” también están infiltrados los idiotas.

El hogar debe convertirse en fortaleza y trinchera de los múltiples enemigos externos que acechan disfrazados de bondad, dulces, diversión, tecnología; están en todos lados. Estar vigilantes de lo que “consumen” nuestros hijos y la coraza es el amor, Fe y conservación de valores hacia ellos. Asi el mundo se nos caiga encima, sostener con firmeza nuestras convicciones y que el legado a nuestros hijos sea una evolución humana, no una involución en valores.



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En una mesa redonda siete comensales ricos sentados comiendo dinero. Miles y miles en billetes, montones de billetes nuevos, rosados. Perfumados a riqueza, con el signo de su abundancia; listos y ordenados para ser devorados por la poderosa avaricia. La riqueza del dinero en papeles amontonados en todos los sitios del lugar. Regados en el piso, sobre la mesa, debajo, colocados sobre los escritorios. Bailando en el aire, pegados sobre el tumbado de mármol, en forma de columnas dividiendo las paredes y las paredes llenas de dinero sosteniendo las distancias y el tiempo, de los enriquecidos sin límites. Sentados sobre sillas de oropel y pergamino, en una mesa formando un abismo negro de oro para ser ingeridos por los siete exclusivos millonarios reunidos, quienes al no saber qué hacer con tanta riqueza en vida, han resuelto gastarlo todo comiéndoselo, tragándolo, sin importarles cuánto ni porqué ni para qué. Porque es lo único que hasta ahora nadie había intentado hacer y ellos decidieron lograrlo: sentarse a comerlo hasta morir. Del plato a la boca, sin mediar nada más, sin importar la digestión ni algún malestar que pueda ocurrir. Es más: morir comiendo dinero, eso es lo que quieren, eso es lo que van a hacer, eso es lo que están haciendo. Nada más les ha importado en la vida: hacerlo, ganarlo, multiplicarlo, quedárselo, guardarlo y ahora ya viejos y exóticos, sintiendo la ironía de la muerte cerca y al no poder vivir para siempre, ante la imposibilidad de ordenar que les metan su ambición en el cofre mortuorio y llevárselo al más allá, para contarlo y volverlo multiplicar, entonces morirán comiéndolo, para que a nadie les sirva, para no repartirlo, para que se pudra con ellos.

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