En el período precolombino nuestra región tuvo imperios como el Maya muy adelantado en escritura, astronomía y arquitectura. Antes de los ingleses poblar la América del Norte no hubo imperios en esas tierras; los nativos eran muy atrasados, no se habían establecido en sitios específicos, era nómadas. Tuvimos universidades antes que en Estados Unidos. En el siglo XVI se establecieron cuatro, siendo la Universidad de San Marcos de Perú la más antigua, 1551. En Estados Unidos, la Universidad de Harvard, la más vieja de las colonias inglesas fue fundada en 1636. Nuestra región tuvo una renta por habitante superior a la estadounidense hasta terminar el siglo XVIII, desde esa fecha comenzó a superarnos y la brecha no ha parado de aumentar. Sus recursos naturales fueron muy superiores a los de Estados Unidos. Quienes poblaron nuestra región fueron aventureros, usaron la espada y la cruz para sus propios beneficios. Como bien señala David Landes, autor de un extraordinario libro, La Riqueza y Pobreza de las Naciones: “Los españoles que llegaron al Nuevo Mundo no estaban allí para romper los moldes. Querían enriquecerse, sobornando a los encargados para obtener encomiendas y trabajo: unos pocos años en las colonias serían suficientes. El camino a la riqueza no pasaba por el trabajo, sino por la prevaricación y el desgobierno”. Quienes poblaron las colonias inglesas llegaron huyendo de las persecuciones religiosas como los Peregrinos. Fueron ciudadanos de elevados valores éticos y morales. Cuando se independizaron, sus próceres tenían muy claro lo que la nueva república debía hacer. Alexander Hamilton, ya en 1791 escribía: “La nación que vende en el mercado mundial pocos artículos, seguramente será más rápida y sensiblemente afectada por el estancamiento de la demanda, que aquella que siempre posee gran variedad de productos para la exportación”. Él y otros querían replicar el pensamiento y modelo de desarrollo de Gran Bretaña. Habían leído a Edmund Burke, legislador británico, quien en 1766 afirmaba: “Los miembros del Parlamento y los ministros del Rey no se avergonzaban de decir que simpatizaban con la forma de pensar de los mercaderes, nuestra dignidad se deriva de nuestro comercio». Los fundadores de Estados Unidos tenían muy claro que los instrumentos del desarrollo eran las actitudes ante el trabajo, la innovación tecnológica, el progreso en la agricultura, comercio e industria, etc., eran los instrumentos para ganarse la vida.
A pesar de lo señalado, europeos y estadounidenses tenían grandes expectativas sobre América Latina, enorme territorio que se independizaba y donde vivían decena de millones de potenciales consumidores. Gran Bretaña financió la independencia de las nuevas repúblicas e hizo enormes inversiones en varios países de la región, entre ellos Argentina y Chile. Henry Woods, primer cónsul de Gran Bretaña en Guayaquil, después de haber vivido un par de años en nuestra ciudad, en su primer informe de 1827 escribe: “Como estación de comercio hay pocos puertos que poseen ventajas naturales tan vastas como Guayaquil. Situado en la orilla de un magnífico río de la navegación más grande y natural, rodeado por un país capaz de producir una inmensa cantidad de productos exportables, y atravesado por numerosos ríos que sirven para facilitar su transporte, esta provincia, si estuviera poblada por una población laboriosa y más extensa se convertiría en una de las más importantes y valiosas de Colombia…” El propio Vicente Rocafuerte, en su discurso al legislativo durante su posesión como presidente en 1835 al referirse a Ecuador decía: “En un suelo tan hermoso, tan rico, tan variado y tan favorecido del Cielo, en su clima y en su posición geográfica.”
Rocafuerte fue gran soñador, cuando creó el Instituto Agrario, estaba convencido que, con la explotación técnica de la agricultura, pensaba llegar a “un punto de honor y grandeza donde quizá ninguna otra, entre las naciones más ilustradas y poderosas de América y Europa, ha subido hasta ahora”. Pero veía la realidad: “…la situación actual de la República puede compararse a la de Tántalo, que, en medio de la abundancia, perecía de necesidad.”
Con tan extraordinarias perspectivas en América Latina ¿qué sucedió entre los siglos XIX y XX? Prevaleció el caos en toda la región: golpes de estado, guerras civiles, revoluciones, inflación, pobre educación, populismo, falta de infraestructura, elevado desempleo, Hubo emperadores en Brasil y México. El primer país en independizarse, Haití, terminó siendo la primera república más pobres de la región. Países inmensamente ricos, como Venezuela y Argentina que en su mejor época llegaron a tener el 80% de la renta del estadounidense y fueron bendecidos por tener migraciones de varios países de Europa, terminaron en manos de populistas responsables de hiperinflaciones y en el caso de Venezuela con más de 7 millones de personas que viven en el exterior. El siglo XXI ha sido una continuación de males y errores, pero con consecuencias más graves. Hay varios narcoestados, algunos se encuentran en la categoría de estados fallidos, la corrupción ha llegado a niveles inconcebibles y la vida no tiene valor ni el estado la puede garantizar. Los ciudadanos latinoamericanos migran en centenares de miles a Estados Unidos. Para poner un ejemplo,350.000 nicaragüenses, aproximadamente el 5 por ciento de la población total del país centroamericano, ha migrado para buscar futuro en Estados Unidos. La gran ironía es que quien huyen fueron los que eligieron a los gobernantes populistas y corruptos, quienes a su vez se especializan en atacar a los gobiernos estadounidenses. Y lo grave es que el pueblo no aprende, se deja engañar por los “redentores” y por seguir eligiendo a incapaces, sus programas socialistas los obligan a seguir migrando. ¿Cómo entender al latinoamericano? A nuestra región simplemente no le interesa prosperar, se especializa en pedir y no dar, y los políticos en seguir teniendo pobres y desempleados para continuar mantenido el poder y seguir enriqueciéndose. Si es esa la forma de pensar y de creer que la ideología socialista es la que más conviene, no se puede esperar en nuestra región algún día tener prosperidad y a un pueblo con elevado nivel cultural y con necesidades satisfechas.
Desde hace décadas Asia se separó de América Latina y África como continentes con futuros precarios. Días oscuros esperan a nuestra región.
Muy claro y detallado, como siempre Guillermo.
Me parece que faltó algo: la solución, la receta…
Gracias, Roberto. La receta y solución tienen algunos siglos. Todo lo que han necesitado nuestros gobiernos es haber hecho lo mejor que hicieron Estados que siendo pobres o con escasos recursos, se hicieron poderosos: Holanda en el siglo XVII, Gran Bretaña en el XVIII y XIX, Estados Unidos en el XX, Japón en la segunda mitad del XX, Hong Kong, Singapur y Malasia, entre 1970 y 2000, Irlanda entre 1990 y 2010,etc. En nuestra región existe una cultura colectiva masoquista: saber que somos pobres, desnutridos, con falta de educación y no hacemos nada