Actualmente cada vez menos se controla la gestión de la comunicación y en especial lo que anteriormente conocíamos como periodismo.
La inmediatez de la consecución de información y la necesidad de las nuevas generaciones de ser los primeros en entregar las últimas noticias, a mi criterio se ha convertido en una guerra personal entre pares, a fin de estar a tono con la velocidad en la cual se desenvuelven las sociedades.
¿Es eso malo? Considero que no, siempre y cuando existan, al menos, parámetros mínimos para informar alguna noticia, más aún si la misma podría generar algún tipo de conmoción ciudadana. Las nuevas generaciones son consumidores voraces de las redes sociales que son su fuente de conocimiento y es en estas plataformas, aunque son organizaciones muy estructuradas, a nombre de la “libertad de expresión”, permiten que todo lo que se nos ocurra, puede y debe se expuesto al conocimiento social.
Si viviéramos en una sociedad con valores éticos y morales a la usanza antigua, considero que no habría problema, porque el primer tamiz para exponer una información era la misma fuente generadora, sin embargo ahora, aclaro no es a tono de queja, la velocidad con la que se necesita informar y más allá de eso, la velocidad con la que se necesita devorar contenido, obliga a que esa criba propia para exponer información valiosa y veraz, queda a un lado, eliminándose ese filtro y exponiéndonos a una información que carece de soporte pero que posiblemente abunde en comentarios.
Considero que la profesionalización de la gestión en comunicación es indispensable, para poco a poco volver con los valores tradicionales, sin dejar que la tecnología se convierta en una carga negativa, sino más bien, un aporte real y fundamental para fortalecer esta era del conocimiento.
La tecnología en muchos casos, al menos para los que no pertenecemos a estas últimas generaciones, parecería ser una caja de pandora, la cual, al ser destapada no sabremos que podría salir de ella, por lo tanto preferimos mantenerla tapada, sin embargo, así lo fue la radio, la televisión e incluso el e-mail en su tiempo, ya que aunque parecían magia para sus primeros usuarios, pero la funcionalidad y los resultados que se obtuvieron con su correcto uso, son invaluables.
No hay que cerrarse a las nuevas tendencias, eso es indudable, eso son los costos del progreso, pero tampoco se deben claudicar a las buenas costumbres y en lo que respecta a la generación de noticias y más que todo las sensibles, si deberían tener un marco regulatorio que dé al menos una mínima seguridad que lo que vuela por la red, es información valiosa y real.