El 15 de octubre de este año, Ecuador terminó el día con un nuevo Presidente electo, dignidad que recayó en el economista Daniel Noboa Azín, quien con una diferencia de casi 400 mil votos, esto es casi cuatro puntos porcentuales, ganó el favor de la mayoría de compatriotas y se convierte al día de hoy, en el dignatario más joven del mundo, al contar con 35 años, lo cual representa la edad mínima indispensable para optar por tan alta magistratura en nuestro País.
El joven Presidente asumirá el control del Ecuador bajo una profunda crisis de inseguridad ciudadana por la irrupción violenta de la narcoguerrilla y narcodelincuencia a todo nivel, lo cual ha generado en nuestro País, una baja percepción como territorio confiable para inversión extranjera, más allá, que nuevamente se nos ha catalogado como un área de categoría roja para el turismo internacional.
Su triunfo se da con los votos de las nuevas generaciones de sufragantes, que en la actualidad ya corresponden a mas del 54% del general de electores, (rango etario entre 16 y 39 años), generación de jóvenes como él, que así como apoya y aplaude lo bueno en muy poco tiempo, rechaza y reclama en un tiempo aún mucho más corto.
Espero del señor Presidente una posición firme ante la plaga de la delincuencia y criminalidad, tanto interna como externa, así como mano dura a los que sin representar a nadie, como el señor Iza, amenazan y chantajean a un funcionario electo popularmente y que aún ni se sienta en el sillón de Carondelet, lacras como esas y algunas otras de nefasta administración pública, deben ser desterradas de nuestro País, en busca de una tranquilidad ciudadana que tanto nos hace falta.
Ecuador ha decidido mayoritariamente su rumbo a seguir y esa voluntad popular consignada por la única herramienta democrática posible según nuestra Constitución para ejercer nuestro derecho a elegir nuestras dignidades, a través del voto, debe respetarse y toca al señor presidente Electo, cumplir con sus ofrecimientos de campaña, para más allá que una ciudadanía empiece a confiar en el Estado nuevamente, Ecuador, vuelva al rumbo del Desarrollo, Paz y Tranquilidad. Simplemente eso, como ecuatoriano común, es lo que espero de Usted, Señor Presidente.
Así es, es la esperanza para nuevos rumbos, tiene intelectualidad, tiene personalidad para ordenar y disponer, aunque no es lo mismo lo privado que lo público; pero cuando hay convicción de amor e identidad nacionales, los principios y valores aflorarán. Concuerdo con usted. Saludos.