Hoy en día en mi generación es muy normal, por desgracia, «celebrar» Halloween en fiestas con amigos.
Para saber su significado, es por demás importante que nos remontemos al siglo XIX, año 1840, exactamente a Estados Unidos y Canadá; países que son el origen del problema. Si bien es cierto que esta «festividad» destacó en los inmigrantes irlandeses, no fue sino hasta 1921, cuando empezó a celebrarse masivamente un primer desfile de Halloween en Minnesota, USA.
Por otra parte, los celtas, quienes eran tribus habitantes de la parte central y occidental de Europa; creían que los espíritus como demonios, hadas y demás, vagaban por el universo hasta llegar al más allá.
En el desarrollo de la historia, vemos que durante rituales alrededor de una hoguera, los celtas se vestían con disfraces elaborados con pieles de animales, según ellos, para ahuyentar a los espíritus.
En lo personal, considero que además de ser una pérdida de tiempo celebrar estas fechas, dichos macabros actos, implican comprometerse con un ser totalmente fuera de órbita, puesto a que le rendimos tributos que no le competen; invirtiendo nuestro tiempo en fiestas paganas, reuniones o fiestas de disfraces.
Soy consciente de que algunos van a discrepar con mi análisis, porque si bien es cierto, halloween es un negocio que atrae mucho a los niños, ya que les ofrecen dulces; y a jóvenes descarrilados sin algún sentido de coherencia u orientación de la vida; quienes solo buscan alcohol, drogas y relaciones sexuales, por lo general, a través de fiestas paganas.
Muchos dirán que no estoy viviendo mi vida o dejando de disfrutar mi juventud por no aprovechar esas fiestas para distraerme o «divertirme» como cualquier chica de 15 años; de tal manera que prefiero ser una “adolescente aburrida” que no disfruta su adolescencia de esa manera, más sin embargo sé que hago lo correcto; y no destruyo mi vida por unas cuantas horas de “gozo y morbo”.
Halloween no es nada más ni nada menos que un ritual repleto de paganismo y fetichismo, así como las puertas a una desgracia eterna en la que los jóvenes, niños y adultos que solapan estos actos, los apoyan o celebran. Pero lo más contradictorio de todo esto es que dichas celebraciones no tienen el más mínimo sentido de identidad con nuestras costumbres y/o nuestra cultura.
¿Por qué celebrar la muerte y no a la vida?
Realmente es lamentable que actualmente se dejen de lado costumbres o hábitos como agradecer a Dios por un día más de vida, puesto a que ahora son tendencia las típicas bromas de los jóvenes, cuyas tendencias son su deseo de morirse; y este tema es el eje y punto de inflexión principal del tópico en cuestión.
Estás celebraciones buscan que los niños se diviertan al conseguir dulces; pero ¿A qué precio? Algunos padres no son conscientes de la situación actual del mundo, porque si lo fueran, no expondrían a sus hijos a usar este tipo de disfraces, o llevarlos hasta altas horas de la noche a pedir dulces incluso a casas de extraños.
Si no celebramos estas fechas, evitaríamos miles de desgracias, como robos o secuestros, en los cuales ladrones y asesinos aprovechan de estas fechas para hacer de las suyas.
Finalmente, sé que estos temas son un tanto delicados, puesto que en el caso de halloween, lamentablemente la mayoría de seres humanos irracionales han hecho de estas fechas parte de nuestra cultura; pero, repito ¿a qué costo? ¿Somos víctimas o cómplices? ¿Formamos parte del deterioro y decadencia de nuestra sociedad…? ¿Hemos perdido acaso nuestra identidad social?
«Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento»
-Oseas 4:6ª
Excelente María de los Angeles, la felicito por su artículo, el mismo es completamente real.
Excelente análisis pude ver cómo Ecuador está afectado con este Halloween el año pasado. Cada día las naciones toman las prácticas de otras naciones en vez de lo que dice la Palabra de Dios. Que tiene en común la muerte y la vida? Cuando Jesús venció la muerte!