21 noviembre, 2024

Chismosos

Se atribuye a Sócrates la prueba del triple filtro. Si lo que quiere contar no es verdadero, ni bueno, ni útil, entonces cállese la boca. 

Sócrates no tenía redes sociales, ahora un chat sin chismes, sin bulos y mentiras cerraría en una semana.

Vengo en defensa de los chismes, los dimes y diretes, cotilleos y conversaciones intrascendentes, pues a través de deshonrar al prójimo,  nos adaptamos a un grupo específico, las habladurías generan tejidos sociales y fortalecen vínculos tanto en la familia, como la oficina, el colegio  o los amigos, crea integración y sensación de pertenencia, sirve para establecer acuerdos, alianzas, porque si de algo convenimos es que quien nos cae mal es una lacra no merecedora de respeto alguno.

Como soy una persona contradictoria, debo aclarar que yo no soporto los chismes, en especial cuando se refieren a personas que no conozco. 

Los chismes transmiten   información que no   nos atrevemos a comunicar de forma simple, llana y directa, suelen aplicarse de manera diferente   a mujeres y hombres. Las mujeres pueden perder su prestigio a causa del chisme, mientras que el prestigio de los hombres casi nunca está en juego, ¿será porque no lo tienen?

Por eso debemos dar gracias a Jorge y Soledad por hacernos apreciar la importancia de sus relaciones dentro y fuera de…. prisión, un cuasi noviazgo que les costó a los pichinchanos 1.960 dólares mensuales, cortesía de la revolución ciudadana.

Nos chismearon que un medicamento especial, en vez de aumentar la corpulencia de un miembro minusválido de Jorge, ocasionó que le creciera el pelo (incluyendo un arete), que cuando tenía relaciones de cualquier índole, veía fantasmas y sangre en las paredes, escuchaba voces, también alucinaba, con alto  riesgo para su vida, un día trató de suicidarse y casi se mata. Los galenos peritos del habeas corpus que lo favoreció certificaron que fácilmente Jorge podía dividir su corazón en dos y hasta en tres, sin síntomas de infarto. Es más, ya lo tenía partido y  repartido.

Que Jorge tiene alucinaciones no es novedad, pudo ver una refinería donde solo hay pistas clandestinas de narco avionetas. 

En base a experiencias que lo llevaron a prisión, pensó ahora que se podía robar algo muy especial que le faltaba, era el amor de Soledad, sufrió hasta el delirio al conocer que un miembro de su propio partido político le había cruzado la canoa y se le habían robado a quien creía su chica.

Fue la glosa, que diga, la gota que derramó el vaso. Ella lo demandó por acoso, por andar comentando que Ferndinan se la quitó y él demandó por extorsión, entendiéndose que Sole  lo amenazó con contar lo mucho que conoce.

La vanidad que otros sepan que uno es capaz de guardar un secreto, suele ser uno de los motivos para revelarlo.

El chisme además tuvo un beneficio político, dejamos por corto tiempo de referirnos a un gobierno inútil, que sigue dando palos de ciego por todos lados como si nuestro paisito fuera piñata y no le acierta una. 

El chisme es como el dinero, hay que contarlo.



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Desde fines del siglo XIX, el cacao ecuatoriano comenzó a tener severa competencia
de las colonias africanas británicas que habían iniciado siembras masivas del grano. La
entrada de estas últimas al mercado mundial empezó a afectar el precio del cacao. La
competencia representaba menos ingresos de divisas para Ecuador. En 1899, frente a
este panorama sombrío, Vicente González Bazo, prestigioso empresario y propietario
de la Revista Comercial que se publicaba en Guayaquil, presentó a Eloy Alfaro un
proyecto relacionado con la creación de la Compañía Nacional de Cacao del Ecuador,
cuyos propietarios serían todos los productores y exportadores de cacao. Alfaro acogió
el proyecto y lo envió al Congreso. En su mensaje a los legisladores expuso:

“Los autores del proyecto indicado se proponen, mediante combinaciones mercantiles
que llevaría a cabo la Compañía, obtener mejores precios para el cacao en los
mercados extranjeros; lo que indudablemente produciría alza de precio del artículo
en el país y aumento de rentas para el Erario[…] No sería, pues, un monopolio, en
el sentido económico de la palabra, la concentración del cacao en manos de una
Sociedad; sino mas bien una liga comercial entre productores y exportadores del
referido grano para darle mayor valor y aumentar, por consiguiente, el desarrollo de
su producción, las utilidades privadas y entradas al Fisco[…] El carácter popular que
entraña la Compañía Nacional de Cacao del Ecuador, la pone al alcance de todas
las clases sociales; de suerte que sólo quien no quisiera tomar parte de esta nueva
empresa comercial quedaría sin acciones de ella. Dada la inteligente laboriosidad y
honradez tradicional de los comerciantes del Guayas que serían los directores de este
negocio el país pudiera prometerse magníficos resultados para la riqueza pública y la
riqueza privada”

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