En el desarrollo de la política ecuatoriana, como en cualquier otro país del mundo, nos enfrentamos a retos inmensos en esta era de la inmediatez y la información digital. El Señor Presidente electo del Ecuador, se verá enfrentado a desafíos que requieren una visión audaz y una adaptación a las dinámicas cambiantes del siglo XXI.
En una época donde la gestión de la comunicación ha evolucionado de manera vertiginosa, el papel de la información y la percepción pública se ha vuelto crucial. Anteriormente, los canales tradicionales de comunicación ejercían un mayor control sobre la información que llegaba al público. Sin embargo, en la actualidad, el escenario ha cambiado drásticamente.
La inmediatez en la obtención de información y la necesidad de mantenerse al tanto de las últimas noticias se ha convertido en una especie de competencia entre iguales. Las redes sociales son la fuente principal de conocimiento para las nuevas generaciones, y se han convertido en un terreno donde la velocidad e “inmediatez” son altamente valoradas.
La cuestión radica en que la velocidad con la que se debe informar y consumir contenido tiende a desplazar el filtro que solía existir en el proceso comunicacional casi al nivel de la nulidad. Esto nos expone a una avalancha de información carente de fundamento y veracidad, ya que es un lujo que pocos se dan el tiempo de verificar en medio del frenesí de las redes.
La regulación de la información en línea es un tema complejo y delicado, pero el nuevo mandatario debería tenerlo al menos en su agenda. Si bien se debe preservar la libertad de expresión como todas las libertades inherentes al ser humano, también es necesario establecer un mínimo marco lógico que al menos brinde garantía, que lo dicho en el internet o en redes sociales por ejemplo, cuentan con data confiable y en caso de que transgredan las barreras legales de la difamación o el linchamiento mediático, los agredidos o agraviados también tengan el justo de derecho a la legítima defensa
El señor Daniel Noboa se enfrenta a desafíos enormes en un entorno político, económico y mediático en constante evolución, ahora empañado principalmente con la problemática de la inseguridad que envuelve negativamente a todo el País.
Sin embargo de lo anterior, su gestión en torno a la comunicación pública y la adaptación a las nuevas dinámicas de información y tecnología serán clave para mantenerse liderando en esta vertiginosa era. La velocidad que obliga a los generadores de contenido a publicar sin siquiera contrastar las fuentes informativas, no debe sacrificar la veracidad, la ética, la moral, peor aún la ley y la regulación debería al menos, equilibrar la libertad de expresión con la responsabilidad en la comunicación en todo su contexto. Ese, considero que, será uno de los nuevos desafíos comunicacionales que tendrá que sortear el nuevo Presidente.