Guayaquil demoró un siglo en tener 5.000 habitantes; fue ciudad olvidada por la Corona española, en época que las epidemias tropicales campeaban, también piratas e incendios la destruían y se reconstruía. El espíritu indomable del guayaquileño hacía que la ciudad tuviera un norte.
La Corona española hizo todo para evitar la exportación de cacao guayaquileño, importante fuente de ingresos para los habitantes. En Venezuela se encontraba la Real Compañía de Guipuzcoana, propiedad de la realeza. Como esa región producía un excelente cacao de aroma, superior al nuestro, aprovechó el poder con el fin que el Consejo de Indias y la Casa de la Contratación, ambas instituciones de la Corona responsables de políticas, leyes, reglamentos y demás en Hispanoamérica, imponiendo cupos máximos de exportación de cacao y en ciertos años, la prohibición. Algo parecido sucedió con los astilleros pudieron ser más grandes, pero el Virreinato del Perú decidió tener uno en Callao.
A pesar de todos los obstáculos, Guayaquil fue progresando y hacia 1820 se había convertido en el centro económico de lo que sería la nueva República de Ecuador. Durante el resto del siglo XIX continuó ampliando a favor sus diferencias con Quito y demás ciudades. Fue la primera en tener verdaderos bancos comerciales e hipotecarios y traer al país los más importantes inventos como energía por gas, electricidad, telefonía, etc. A fines del siglo XIX tenía el 100% de los depósitos bancarios. El Banco del Pichincha recién nació en 1906. Los primeros autos y tractores llegaron a Guayaquil, lo mismo se puede afirmar del resto de la modernidad. Es que el ferrocarril que permitió que las provincias de la sierra se integren a la economía mundial recién se inauguró la ruta Guayaquil-Riobamba en 1905 y Guayaquil-Quito en 1908. Hasta esas fechas esas ciudades vivían semi aisladas. Cuando visité la capital alrededor de 1954, quedé impactado por el nivel de atraso que había en ella.
Pero desde la segunda mitad del siglo XX, la dinámica de Guayaquil comenzó lentamente a cambiar. Las leyes de fomento industrial favorecieron a las provincias serranas, comenzaron a crearse partidos políticos populistas como el CFP y fueron en aumento en décadas posteriores, Quito tuvo como gran alcalde a Sixto Durán Ballén. Por el centralismo, las multinacionales que tenían sus matrices en Guayaquil se trasladaron a Quito. El fenómeno del Niño en los ochenta y noventa y la crisis bancaria de la última década fueron duros golpes para nuestra ciudad y provincias costeñas.
Para el inicio del siglo XX, Guayaquil había dejado de ser líder en banca, seguros, distribución de automóviles y otras actividades. Hoy la mayoría de grandes eventos científicos, tecnológicos y económicos se dan en Quito. En días pasados, premios Nóbel en Medicina fueron expositores en conferencias dictadas en la capital. Las más importantes universidades y centros médicos están en esa ciudad, cuando en el siglo XIX y primeros decenios del XX, la medicina guayaquileña fue la más adelantada de Ecuador. Recomiendo leer la historia del Hospital Luis Vernaza escrito por Cecilia Estrada y Antonieta Palacios https://issuu.com/jbgorg/docs/libro_historia_hospital_luis_vernaz
Hoy Guayaquil es la ciudad más insegura del país junto con Durán. La sociedad está polarizada; escasean sus valores culturales, civiles y éticos, hay muy poco sentido de comunidad; cada uno quiere hacer lo que le da la gana. El guayaquileño madera de guerrero ha quedado en “slogan” Vivimos una época muy difícil y sin grandes líderes, me temo que no estamos preparados para superarla.