¿No es que la libertad es el principio mayor de la democracia? ¿Cómo así, por eso, puede existir dependencia en una sociedad que realiza su accionar en democracia?
El anuncio de la libertad en las elecciones causa siempre más que una sonrisa entre quienes lo escuchan. Es que nadie lo cree después de haber vivido, por años, la misma cantaleta política, con resultados mañosamente arreglados. ¿No es que para que un candidato pueda esperar ser elegido al cargo que pretende, tiene que saber, y muy claro, que este proceso es sinónimo de inversión, semejante al de cualquier producto financiero? O sea, hablando en la jerigonza criolla, un negocio que puede resultar con beneficios o no.
Sin embargo para la mayoría ciudadana el suceso eleccionario es un acto cívico de alto valor social. Así, al menos, en el tema de sociales, durante la escolaridad, se remarca en la importancia de conocer bien a los candidatos y los partidos políticos a los que pertenecen. Esta claro que la pretensión es lograr con esta práctica, ideológicamente, un semillero democrático del que, por desgracia, nunca se logra su cultivo eficiente.
Competencia que encuentra en las elecciones el enganche, a través de los proyectos públicos, para el manejo político del pueblo. Y claro el pueblo vota… Largas colas de hombres y mujeres…Todos por dar su voto para presidente, alcalde, prefecto, gente que no conoce. ¿Dudarlo? ¡Imposible! ¿No es que cada ofertante está lleno de excelencia moral…? Sí, pero solo según la publicidad del periódico, la radio, la tv. de la que tenemos razones para desconfiar,