Todos los presidentes que acaban sus mandatos afirman haber hecho grandes obras, pero terminan con una aceptación inferior a 20%. Es cuestión de leer las alabanzas que se hace Juan José Flores. Escribe maravillas de sí mismo. La historia de las administraciones presidenciales es patética; a continuación, una breve reseña.
Desde Juan José Flores, primer presidente de Ecuador, los gobiernos han sido pésimos administradores de los recursos públicos. Mi primer libro de historia económica que escribí: Ecuador, evolución y búsqueda del despegue económico, fue publicado por el Banco Central en 1990. Me basé en los presupuestos del Estado, que contienen abundante información económica de ingresos y egresos de las rentas de los gobiernos centrales. Curiosamente la mayoría de las historias económicas escritas hasta esa fecha hacían muy poca referencia a los presupuestos. Desde el de 1830, para mantenerse en el poder, enfrentar guerras civiles y fronterizas, los gobiernos destinaron enorme cantidad de fondos a los gastos militares. Hubo años en que representó el 70% del total del presupuesto. Las asignaciones para salud, educación y obra pública fueron pobrísimas. Así transcurrió el siglo XIX y Ecuador perdió la oportunidad de salir de la pobreza. Para fines del siglo XIX en la labranza, cultivo y mantenimiento de las tierras agrícolas se usaban métodos e instrumentos de la época de los romanos. En 1890 José Gómez Carbo, prestigioso periodista guayaquileño, que escribía con el seudónimo de JECE comenta: “… la agricultura no pasa todavía del estado embrionario bajo el aspecto técnico y bajo el industrial, y los productos que da apenas bastan para el consumo interior y en muchas partes son insuficientes…las industrias agrícola y fabril están también en decadencia y amenazadas de desaparecer…nos falta espíritu de empresa…la administración pública es una especie de sifón que absorbe mucho jugo de la nación no sólo en forma de impuesto, no sólo para fomentar la ociosidad con el gran tren de empleados y por la falta de disciplina militar…por la inmoralidad que cunde en todo orden de empleados y funcionarios, por la corrupción que traen los negocios fiscales…el crédito es escaso, el interés alto, el cambio es elevado…tenemos impuestos antitécnicos…improvisamos reformas…”
En el siglo XX los gobiernos continuaron manejando ineficientemente los presupuestos y el país vivió de crisis en crisis. Hubo más del doble de épocas de crisis que de actividad económica acelerada. De las últimas tuvimos cuatro y de las primeras cerca de 10: Se comenzó el siglo XX con la crisis bancaria del Banco Comercial Agrícola y terminamos el siglo con la crisis bancaria de 1999. En el siglo XXI perdimos la oportunidad de usar el enorme auge petrolero para prosperar y lo que hizo la Revolución Ciudadana fue mal utilizar los fondos públicos, desapareció reservas que se habían creado, metió la mano en el Banco Central y en otras instituciones públicas y creó un nivel de corrupción como no había existido en la historia y a pesar de ello el pueblo acepta las inmoralidades eligiendo a legisladores de esa tienda política. ¿Por qué no despierta la sociedad ecuatoriana de la tremenda pesadilla que se aproxima a 200 años?