El 2024 será un año decisivo para el futuro de nuestro País, ya que nos enfrentamos a una serie de desafíos en materia de seguridad y empleo, dos de las principales demandas de la ciudadanía que casi 9 de cada 10 ecuatorianos exige. El nuevo gobierno de Daniel Noboa, que asumió el poder el pasado 23 de noviembre, tendrá que lidiar con una situación de violencia e inseguridad que ha escalado a niveles históricos, y con una crisis económica que ha golpeado duramente a muchos ámbitos cotidianos, pero en especial al mercado laboral.
Ecuador vive la peor crisis de inseguridad de su historia, con un aumento del 58% de los asesinatos entre enero y junio de 2023, respecto al mismo periodo del año anterior. De seguir así, el país cerraría el presente período con una tasa de casi 45 homicidios por cada 100.000 habitantes, convirtiéndose en el más violento de la región.
La violencia ciudadana se ha extendido por todo el territorio, afectando especialmente a las ciudades de Guayaquil, Durán, Manta, Quevedo y Quito, donde se registran ataques a cualquier hora del día, perpetrados por sicarios o atentados con bombas. Los objetivos pueden ser desde una tienda de barrio hasta las unidades judiciales, y las víctimas incluyen incluso a menores de edad.
El nuevo gobierno ha declarado el estado de excepción en varias provincias y ha desplegado al Ejército para apoyar a la Policía en el control del orden público, sin embargo, los expertos advierten que esta medida no es suficiente para resolver el problema de fondo, que tiene que ver con la pobreza, la falta de oportunidades, la mala educación, la corrupción y la infiltración del crimen organizado internacional y en gran medida el narcoterrorismo.
El ciudadano común ecuatoriano debe exigir al gobierno que implemente una política integral de seguridad, que incluya la prevención, la protección, la persecución y la rehabilitación, y que garantice el respeto a los derechos humanos de todos, no sólo al de los presuntos delincuentes.
En lo que respecta al empleo, Ecuador sufrió una fuerte contracción económica en 2020 debido a la pandemia de COVID-19, que afectó especialmente a los sectores de turismo, comercio y transporte. Según el Banco Mundial, el Producto Interno Bruto (PIB) del país se redujo en un 7,8% en años anteriores, y se espera que crezca solo un 2.3% o menos en el próximo año. Esta situación ha tenido un impacto negativo en el mercado laboral, que ha registrado un aumento del desempleo, el subempleo y la informalidad.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de desempleo se ubicó en el 9,5% en junio de 2023, lo que significa que más de 500.000 personas no tienen trabajo. La tasa de subempleo, que mide a las personas que trabajan menos de la jornada legal y que ganan menos del salario mínimo, se situó en el 22,9%, lo que implica que más de 2 millones de personas tienen un empleo precario.
Dicho esto queridos lectores, se presumiría que voy a concluir con malas noticias para este nuevo año, sin embargo, siempre he sido y trato de mantenerme viendo el vaso medio lleno, no el vaso medio vacío, porque es nuestra actitud positiva la que puede cambiar lo que dicen las frías estadísticas, es nuestra voluntad de cambiar la que genera esos engranajes necesarios para que ese motor se vuelva a reactivar. Juntos podremos lograr mucho y ese es mi real deseo para nuestro querido Ecuador.
¡Bienvenido 2024!