Qué raro… Sí qué raro, de repente estar en Hartford (Connecticut), este octubre de 2023, en la casa de Samuel Clemens, construida en madera con una sencillez casi escandalosa…Duelas grandes y pequeñas empatadas, con retorcidos clavos, unas con otras formando paredes y techo…Una casa con la expresión de un tiempo prisionero de los días ya idos, pero de mucha sobriedad moderna. Una casa hermanada a la esquiva personalidad de su dueño…
Sorpresa, además de encontrarme casi frente a frente de quien había creado Las aventuras de Tom Sawyer por las que, en mi niñez, estuve de golpes con los que se reían de mi preferencia. ¡Puñete va y puñete viene! Con el tiempo y aunque fui creciendo con mi adolescencia, seguí leyendo junto con las aventuras de Sandokan de Salgari, otros escritos de Twain. Imposible no seguir Un yanqui en la corte del rey Arturo, Las aventuras de Hucklebery Finn, El príncipe y el mendigo… No eran traducciones excelentes. Pero, qué caramba, en cada una había ¡una magia maravillosa!
Y un día supe, sin quererlo, como son casi siempre las cosas que no se esperan, que Mark Twain era solo un seudónimo de Clemens. Nombre que lo tomó de los barqueros del Misisipi, cuando gritaban: “¡twain! ¡twain!” al encontrar el calado mínimo de las dos brazas para navegar. Solo informalidad había en su vida y en este vivir remozaba día a día su existir. Hizo de todo lo que le venía al paso para sobrevivir. Fue minero, piloto de barcos a vapor, soldado de la Confederación y aprendiz de imprenta, que le gustaba sobre todas las cosas. Esto de escribir y publicar le fascinaba, aunque los editores no estaban a su mano ni interesados en su temática. ¡Al diablo con todos! Twain quería escribir y simplemente lo hacía!
Casado y con algunos hijos, a quienes sobrevivió, no dejó jamás de soñar con las aguas del gran Misisipi, en cuyas orillas descansaba de sus problemas. La época en que vivió fue dura, la pobreza estaba enseñoreada de sus días y la esclavitud racial dictaba la razón de ser o no ser. Los negros seguían siendo vendidos y eran sacrificados al menor intento de ser libres…, pese a las advertencias de Abraham Lincoln. Suceso que ayudó, quizás, a fortalecer el sarcasmo y la ironía con que Mark Twain impregnaba sus ideas. En la literatura americana su presencia es algo así como un punto y aparte. Para el gran James Joyce es Twain, por quien sentía serio respeto, más, mucho más que el inicio de la literatura americana…
Decía Twain entre risas y seriedad, “La edad sería más feliz si naciéramos a los 80 y alcanzáramos los 18”, “La fuente secreta del humor no es la alegría, sino la tristeza”, “Cuando pesques para el amor, usa de cebo el corazón y no el cerebro”, “Un hombre nunca es más veraz sino cuando se reconoce como mentiroso”, “No olvides que el coraje es el dominio del miedo”. Murió como a los 70 años, cuando en su criterio ya no había nada serio que hacer ni pensar… Nada serio para quien la verdad valía un comino… Como que el sarcasmo para Mark Twain fue su compañero hasta el último día…
Un grande Mark Twain! Gracias por compartir parte de él.
¡Qué linda visita! Gracias por compartir la esencia humana de Twain, que muchos intuimos en sus escritos pero que no conocíamos.
saludos
siganos compartiendo sus acertados comentarios, que mucha falta hace en esta sociedad sumida en el caos