21 noviembre, 2024

Encuentro apocalíptico con la enajenación

La calle hierve.
La ciudad está repleta de ovnis nazis,
la Incompletud anda rondando frecuentemente
en la esquina de mi casa.
Mi vecina pelirroja pasea a su perro en la vereda y no limpia su caca,
el chico que atiende en el bar de abajo chifla.
Me dice
Mmmm, me olvide que estaba por decirte
¡Aaa! ¡ya me acorde!
Hoy no me saludo ni el diarero de la esquina,
los bancos ocupados por largas colas de aves intentando colarse a la fiesta,
Yo soy uno de ellos,
me infiltro,
las formas
la incomprensión,
la intolerancia,
la bocina de los autos viajando,
los hombres queriéndose sentir hombres,
ya sabemos cómo,
un cómplice que lo apaña
los miro, me entienden,
no decimos nada.
Se in-quie-tan,
les da pánico NO poder mostrar su virilidad.
Me desocupo.
Subo corriendo 4 pisos de escalera,
me agito,
me mareo.
Benicio,
mi vecinito, balbucea
Me/Sonríe
estamos a salvo.

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Arturo Borja

Arturo Borja fue otro poeta de la generación decapitada, de Ecuador. Nació en Quito en 1892, décimo tercer hijo del matrimonio de Luis Felipe Borja Pérez, por quien descendía directamente del Papa Alejandro VI, Rodrigo Borgia, por medio de su hijo Juan Borgia y Gandía, II Duque de Borgia, casado con María Enríquez Luna. Su madre fue Doña Carmen Amelia Pérez Chiriboga, prima hermana de su padre.

Un día sufrió una lesión en el ojo derecho, al hincarse con la pluma con la que escribía. En 1907 viajó en busca de tratamiento a París en compañía de su Tío Carlos Pérez Quiñones. En París aprovechó para estudiar literatura. En poco tiempo el contagio de los poetas simbolistas fue total. Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Samain, Rimbaud y otros, influyeron grandemente en su corta obra.

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