EN PALABRAS COMUNES, son aquellos derechos de quienes se sienten asistidos de ellos, que se reclaman en juicio, por parte del supuesto detentador de los mismos, que considera que no ha recibido un justo precio por los mismos. El término utilizado es generalmente “precio irrisorio”. Tales derechos son susceptibles de venta o de concesión.
No voy a referirme a un caso reciente, por desconocer sus detalles, sino a la sentencia en firme, del triunfador en tal juicio, que la Corte, considera que le debieron haber pagado, unos 9 millones de dólares, al reclamante.
Seguirá la etapa de ejecución de la sentencia, que en estricta justicia, tales valores le corresponden a los antiguos accionistas del Banco de Descuento S.A., si es que no tienen deudas que pagar al B.C.E.
Hacia finales de los años 80 del siglo pasado, las Autoridades Bancarias, en el Gobierno del Ing. León Febres-Cordero, liquidaron la sección de Ahorros y luego de la totalidad del Banco.
El edificio del Banco de Descuento S.A, permaneció cerrado (su puerta estaba encadenada), por más de cinco años, sin agua, sin luz, sin aire acondicionado y con agua filtrada por ciertos vidrios rotos de ciertas ventanas, por donde penetraba el agua de los aguaceros en invierno. El calor que recibía el edificio, a través de su cúpula superior de vidrio, era infernal. Todos los muebles de madera se apolillaron y los de metal se enmoecieron. Estába en ruinas tal edificio.
El Dr Rodrigo Borja Cevallos, en su calidad de Presidente del Ecuador, dictó un Decreto Ejecutivo, por el cual declaró a dicho edificio, en “bien inmueble, sujeto al interés social». El B.C.E., lo valoró en 644 millones de sucres, valor que pagó la Super Compañías al B.C.E, pero éste no le entregó tales valores a los accionistas, sino que disminuyó las deudas del Banco de Descuento, al B.C.E. Edificio, que ya reparado lo utilizó la Supercías, para utilizarlo para sus operaciones de Control Societario. Por supuesto tuvo que invertir una millonada en repararlo, pués este icónico Edificio del Centro de la ciudad de Guayaquil, fue construído para que ahí funcione una entidad Bancaria y no una entidad pública de Contro. Contaba con una escalera eléctrica central, para subir al primer piso, la primera institución, que se se construyó así, que se encontraba totalmente oxidada.
Por sentencia definitiva, conozco que se le la ha ordenado pagar a la Supercías, una suma de unos 9 millones de dólares aproximadamente, a los poseedores de los derechos litigiosos, que como ya lo dije, en mi concepto, le corresponden recibirlo a los antiguos accionistas del Banco de Descuento, que en su mayoría han fallecido, teniendo que recibir tales valores, sus herederos.
Me molesta una sóla cosa, que la sentencia, menciona a mi padre SUCRE CALDERÓN PÉREZ, CUANDO MI PADRE FALLECIÓ UNOS TREINTA CINCO AÑOS ATRÁS APROXIMADAMENTE Y FUE TODA SU VIDA UN HONESTO COMERCIANTE, QUE NO RECUERDO HAYA TENIDO ACCIONES EN EL BANCO DE DESCUENTO S.A.
VEREMOS, CÓMO LOS JUECES EJECUTORES DEL FALLO, RESUELVEN ESE ENTUERTO.