Primera parte
Con el más profundo sentimiento de solidaridad dedico este artículo; en todas sus partes, al señor Jordán Pinto, una de las más notables víctimas del terrorismo de los últimos días, padre de 4 niños, quienes fueron cruelmente asesinados en Guayaquil por una diabólica banda de criminales, dentro de su casa y junto a su madre
BREVES ANTECEDENTES.-
Si la memoria no me falla, fue en la década de los 60 que en nuestro país se empezaron a hacer incautaciones de cargamentos de droga, obviamente introducidas desde Colombia y Bolivia.
Estos malhadados eventos fueron radicalmente rechazados por los gobiernos de turno, así como por parte de la ciudadanía en general. Entonces, Ecuador geográficamente empezó siendo un atractivo de tránsito de dichas sustancias en sus envíos a la América del Norte, por parte de los narcos de la época
Estado Unidos, por otra parte, se convulsionaba en sus entrañas por el veloz crecimiento de consumidores, lo cual significó para dichos truhanes, capos de tan perversos delitos, el inicio dorado del negocio del narcotráfico sudamericano. Mas, sin embargo de aquello, nuestro país gozaba de una paz envolvente en cada uno de nuestros hogares.
Poco tiempo después el Ecuador empezó a contaminarse; no solamente con el consumo de esas sustancias provenientes de Colombia y Bolivia, sino que la juventud de la época empezó a experimentar además otro tipo de sustancias psicotrópicas.
La influencia de la guerra de Estados Unidos contra Vietnam, fue el “gran pretexto” para que; desde el Estado de California, se dé inicios a “La generación hippie” protagonistas del hasta aquí el más grande concierto de rock llamado “Festival de Woodstock”, tendencia que luego se proyectó hacia el resto del mundo; y nosotros no fuimos excepción alguna, aunque a pesar de aquello, nada deslegitimaba el hecho para que el Ecuador sea considerado como un país de paz, de tranquilidad y de Progreso.
Por formar parte de esa generación de jóvenes ávidos de justicia y de paz regional y mundial, soy fiel testigo de lo que estoy narrando, de ahí pues nació la famosa frase: “HAZ EL AMOR Y NO LA GUERRA”
Para entonces, y a pesar de aquello, en cada rincón patrio se respiraba saludable oxígeno, pero dentro de esa evolución local, el crimen organizado y el nacimiento de carteles de la droga; principalmente en Colombia, empezaron a crear abrumadoramente desde las sombras del mal, tenebrosos tentáculos para el tráfico de tan letal veneno.
Quien podría haber imaginado que luego de algunas décadas, aquellos eventos terminarían convirtiéndose en la más grande pesadilla de terror para muchos países del planeta, cuyos gobiernos se corrompieron, cediendo ante la infame tentación del dinero fácil, proveniente del narcotráfico.
Continuará…