24 noviembre, 2024

«Historia de Guayaquil» de don Carlos Lasso Cueva. (Parte IV)

 El culto a los héroes simboliza los vínculos que unen a la nación con su historia por Jacinto Jijón y Caamaño: (1929 t.1: 51-53)

SOBRE EL PRÓCER OLMEDO:

Tomando en cuenta la forma como se disgrega en la obra tantas veces aludida del señor Lasso Cueva, más bien reflejaría cierta “envidia” hacia la magnánima e ilustre personalidad del prócer Olmedo, por ello me inclino a puntualizar y describir algunos datos históricos, dejando de lado su inmensa obra poética y política acorde a lo descrito por el historiador Camilo Destruge en Álbum biográfico ecuatoriano/Monumento levantado en uno de los lados de la base de la Columna de los Próceres en el parque Centenario de Guayaquil:

“… su trayectoria de diplomático, legislador previsivo y acertado en todo, Olmedo sabía atender a la conveniencia pública, sin perjuicio para el derecho y bienestar particular; tenía el talento de aplicar el remedio con acierto y eficacia; sabía, en fin, coordinar, con tacto exquisito, los intereses generales con las necesidades de carácter administrativo que impusieran las circunstancias”.

Para el presente estudio “concreto hechos puntuales e irrefutables” que el prócer Olmedo ejecutó desde su estancia en Quito, luego nombrado diputado por Guayaquil a las cortes de Cádiz y su actividad legislativa para continuar con la administración y dirección del proceso constitucionalista de Guayaquil Libre hasta su intervención en 1830 como diputado a la asamblea constituyente, sin dejar de resaltar la aprobación de la abolición de las mitas y concesión de la ciudadanía en 1812 para los aborígenes del Impero. Se describe a continuación.

  • A partir de febrero de 1809, viajó a Quito para refrendar su título de abogado obtenido en la Universidad de San Marcos de Lima, Perú, en la especialidad del Digesto o Pandectas y Legislación de Indias. No se sabe sí fue convidado a participar en el movimiento iniciado en diciembre de 1808 en la propiedad del Marqués de Selva Alegre, respecto al golpe patriótico a realizarse posteriormente.
  • No hay seguridad de la fecha en que regresó el prócer Olmedo de Quito a su ciudad, antes o después del Diez de Agosto de 1809, considerando que debía viajar a Cádiz atendiendo la invitación que le hiciera el obispo José Silva y Olave para acompañarlo en calidad de secretario.
  • Sin embargo, el historiador Antonio Gómez Iturralde en “Rescate del pensamiento de Olmedo” menciona el 6 de julio de 1810 cuando viajó con el obispo Silva y Olave elegido diputado del Perú ante las cortes de Cádiz, desplazamiento interrumpido por cambio en el ejercicio del Poder en España, el Consejo de Regencia reemplazó a la Junta Central.
  • Regreso a Guayaquil. No se precisa la fecha de retorno, únicamente el autor antes mencionado, indica que el 10 de septiembre de 1810 fue nombrado representante del Cabildo guayaquileño ante las Cortes de Cádiz, hecho ratificado por otros autores, entre ellos, don Julio Estrada Ycaza, don Guillermo Arosemena.
  • Según el historiador Aurelio Espinoza Pólit, dato citado también por la historiadora Carmen Dueñas de Anhalzer en su obra “Marqueses, cacaoteros y vecinos de Portoviejo”, fue nombrado auditor de guerra desde octubre a diciembre de 1810, de la Junta que presidía el general Joaquín de Molina remplazo del conde Ruiz de Castilla debido a los acontecimientos de Diez de Agosto de 1809 y Dos de agosto de 1810.
  • En enero de 1811, realizó el viaje a Cádiz como representante de Guayaquil ante dichas Cortes, arribando el 11 de septiembre del mismo
  • año. Al respecto, hay discrepancia entre seis autores sobre fijar fecha cierta de este hecho.
  • Se incorporó al Cuerpo Constituyente gaditano el 2 de octubre de 1811.
  • En 1812 estando en dicha ciudad se enteró del martirio de los héroes del Dos de Agosto de 1810. Reivindicó y defendió las acciones políticamente de sus protagonistas ante dichas cortes.
  • Los héroes de agosto”. Su expresión de dolor y rebeldía por el martirio de esa fecha, los expresó en el poema mencionado fechado en 1812, cuya letra es muy semejante, diría, inspiradora del Himno Nacional del Ecuador escrito posteriormente en 1865. Se acompaña su texto como anexo 2.
  • Forma de explotar y esclavizar a los aborígenes. Existieron cédulas reales que prohibían las esclavizantes mitas. Múltiples documentos jurídicos emitidos en concordancia con el testamento de Isabel La Católica de 1502, uno de ellos la cédula real de 22 de febrero de 1549 conforme consta en “Contribución a la Etno Historia Ecuatoriana” de Segundo Moreno, colección Pendoneros, pág.13.
  • Estas leyes nunca fueron acatadas a pesar de haber sido muy explícitas las investigaciones y exposiciones sobre los derechos de los nativos de Hispano-india por parte de estudiosos como los de la Escuela de Salamanca destacando los historiadores: Las Casas, Vitoria, entre otros. 
  • Se justifica traer al relato una cita de ese ayer que los catedráticos salmantinos preconizaron en favor de los derechos indígenas, constante en el parágrafo “El Derecho de Gentes”, página 9 de la investigación de don Luis Espinosa Goded, Profesor de Economía USFQ denominada: “La Escuela de Salamanca: lo que podemos aprender, hoy, del siglo xvi”:

“…sobre el derecho de la corona española en la conquista de América, la polémica de los “justos títulos” que se tenían para reclamar, y sobre el trato que había que dar a los indígenas americanos. Así, en las “controversias” de Burgos de 1504 y en las de Valladolid de 1551, se debatió sobre los derechos de los indígenas americanos. 

“… debates que duraron muchas sesiones y donde intervenían distintos teólogos con distintas posiciones, se reconoció la humanidad y el derecho a la libertad y propiedad privada de los indígenas, aun aunque no fuesen cristianos”. Lo resaltado es de mi autoría.

  • Abolición de las mitasde 12 de agosto de 1812. Antecedentes históricos dado que el prócer Olmedo los conocía por haber sido no solo profesor de la materia sino porque su especialidad en Derecho fue el Digesto o Pandectas. En esta fecha dirigió su célebre discurso solicitando la abolición de tan execrable explotación laboral hacia nuestros aborígenes. Hay que relievar de manera mayúscula la acción del prócer Olmedo al unísono con el sacerdote costarricense Florencio Castillo. Logró dicha prohibición con una nueva intervención concretándose mediante decreto dictado por las Cortes en noviembre del mismo año. Como anexo 3 se agrega su discurso memorable.
  • A esta conquista, abolición de las mitas, se completó con la disposición de otorgar la ciudadanía española a todos los nativos dejando de ser vasallos del Impero. ¿Acaso no merece el mayor tributo por derogar un sistema tan dañino a pesar de que los mismos dirigentes indígenas ya lo practicaban antes de la llegada de los españoles, quienes la agudizaron más? Luego de cerca de trescientos años constitucional y legalmente se rompía con la miseria e injusticia establecidas milenariamente, verdadero hito internacional de justicia social.
  • Verdad, solo fue declaración lírica por la forma cómo los españoles, incluso, protestaron por dicha conquista; pero, teórica y jurídicamente estos personajes cumplieron con su deber: el prócer Olmedo y el sacerdote Castillo.

Sin embargo, se calla este particular histórico, incluso, como precursor de los actuales derechos humanos. ¿Por qué? ¿El autor lo desconocía…? No lo creo, muy posible el fin de la obra mencionada fue pretender demostrar lo que él creía era lo más funesto, agraviante, inhumano de ese pasado, olvidando, también, que la lucha social no es de ahora, ha sido de siempre o acaso omitió o descuidó este “pequeño” pero gran detalle histórico… Eso es no hacer investigación seria sino ilusa, dañina. Nuestros próceres tienen tantas investigaciones que no han podido manchar su reputación histórica 

  • Hasta 1817 la tendencia política del prócer Olmedo era monárquica conforme consta en el informe presentado ante el Cabildo de Guayaquil el 17 de enero de 1817 referente su gestión en Cádiz. ¿Por qué? Ya lo he descrito en párrafos anteriores, el principal, las reformas borbónicas no afectaron tanto a Guayaquil.
  • Según el historiador R. Pérez P., indica que el prócer Olmedo viajó a Lima en 1817 sin precisar fecha. Los fines podrían ser algunos, considerando que el Libertador San Martín ya estaba en plena incursión de su campaña libertaria en Perú. ¿Influyó este hecho en su ánimo y proceder políticos posteriores? No se sabe.
  • Tres militares venezolanos arribaron a Guayaquil que habían sido deportados desde Lima al demostrar su inclinación por el proceso independentista que ocurría tanto en el sur con San Martí como en el norte con Bolívar.
  • Tomaron contacto con personas representativas de la ciudad basándose que ya había tendencias favorables sobre los procesos que ocurrían en el Sur con San Martín; al norte con Bolívar, momento propicio para colaborar y apoyar ese entusiasmo guayaquileño transformándolo en conspiración por la independencia.
  • Luego de nueve días se concretó mediante la Declaración de Independencia de Guayaquil, el Nueve de Octubre de 1820, firmada por 199 asistentes entre ellos extranjeros, manabitas (aún no se denominaba a la provincia con ese nombre), conforme constan en actas del cabildo porteño.
  • El prócer Olmedo rechazó y justificó no aceptar la dirigencia del movimiento independentista considerando que no era militar.  Se le insistió y aceptó ante circunstancias tan apremiantes. No buscó ni negoció previamente.
  • Superando inconvenientes (caso de Gregorio Escobedo destituido a petición del prócer Olmedo por confiscar bienes a los españoles y maltratarlos) convocó y logró culminar con la concurrencia de 57 delegados de 25 territorialidades de la Provincia Libre de Guayaquil e instalar la asamblea, organismo que promulgó su carta magna el 11 de noviembre de 1820, hace días cumplió 203 años. 

Hecho democrático inédito para esa época en nuestro medio: elección popular de diputados, muchos de ellos sin saber leer o escribir demostrando, una vez más, el prócer Olmedo su indeclinable apego a principios republicanos, democráticos. ¿Raro para la época? Sí, hito que ni siquiera se avizoraba la trascendencia que tuvo en ese momento y que la posteridad calló.  

Podrían surgir algunos razonamientos; sin embargo, enumeraré uno posible y positivo. Si desde la abolición de las mitas y el otorgamiento de la ciudadanía española en 1812 originando la Constitución de Cádiz vigente hasta 1814 en que fue derogada por Fernando VII, se les otorgó esos derechos a los nativos del Imperio, posible y positivamente el prócer Olmedo pudo justificar y permitir actuaran como delegados a la asamblea de noviembre de 1820 representantes analfabetos. 

  • Otra circunstancia importante, importantísima para justificar primero la Declaratoria de Independencia, luego el proceso constitucionalista de la Provincia Libre de Guayaquil. No hay que olvidar que estaba bajo tres jurisdicciones: Administrativa con Quito y Bogotá; eclesiástica con Cuenca; y, a Lima en lo militar por indebida e ilegal aplicación de la Real Cédula de 1808, tributando para estas jurisdicciones. 

Esta triple legislación demandaba ingentes gastos y perjuicios para los guayaquileños en tiempo y dinero, ejemplo, en la tramitación de un reclamo, de un juicio, entre otras causas.

  • Increíble pero cierto. A pesar de sus lazos de amistad, de sus estudios y convivencia por muchos años en Lima, fue el autor y pionero de que en la Constitución guayaquileña constara el artículo 2:

“La Provincia de Guayaquil se declara en entera libertad para unirse a la grande asociación que le convenga de las que se han de formar en la América del Sur.”, es decir, ni para Lima ni para Bogotá.

demostrando fidelidad para su patria, por ello, la denominación de Guayaquil Independiente.

  • Guayaquil por la Patria se concretó con la formación de la División Protectora de Quito, ejército financiado e integrado por capital guayaquileño y jóvenes guayaquileños, a su vez, reunidos con los miembros de los regimientos Daule y Yaguachi cuyo fin era liberar la territorialidad de la Real Audiencia de Quito, esto es, Loja, Cuenca, Cañar, Riobamba, Ambato, Quito. 
  • Solicitó ayuda militar (no anexión) cuando comprendió que, sin falange o ejército fuertemente armado, no podía resistir al español acantonado en Quito; o, a las fuerzas realistas de Perú.
  • En 1822, entre múltiples desasosiegos al verse superado en sus principios e ideales de la Ilustración, prefirió renunciar cuando Bolívar arrasó con el proceso constitucionalista el 13 de julio de 1822 y se declaró dictador para: primero proteger a la ciudad, ¿de qué…? Luego anexarla previa petición dirigida al congreso colombiano, único organismo que podía incorpora a un territorio.
  • Tal acontecimiento se promulgó en septiembre de ese mismo año al ser publicada la “petición de Guayaquil” en la gaceta colombiana de esa fecha.
  • Lo irritante para Bolívar (tal vez por su enfermedad de tuberculosis no pudo comprender la grandeza de la gesta octubrina) era que el prócer Olmedo quería mantener la independencia de Guayaquil acorde con lo dispuesto en el art. 2 de la Constitución descrito anteriormente, olvidando que en 1819 él mismo derogó la vigencia del Virreinato de Nueva Granada constituido según el uti possidetis iuris, legislación monárquica del siglo IV, aplicada y alejada de las costumbres ancestrales de nuestros aborígenes, verdaderos dueños o propietarios de los territorios conquistados.
  • Tal fue su enfado que llegó a pronunciar la frase tan desaforada que nos recuerda lo equivocado de su accionar (¿Por su enfermedad de tuberculosis que soportaba? al no entender la verdadera libertad de los pueblos contradiciéndose con lo escrito en la Carta de Jamaica. 
  • Ahora se contradecía así mismo, olvidando a Haití, olvidando a Venecia y otros pueblos que quisieron conquistar el derecho a dirigirse sin tutelas de ningún orden sin importar el tamaño territorial, es decir, salimos de los españoles para ingresar a los bolivarianos. ¡Qué ironía!
  • Esta es su frase despectiva al proceso constitucionalista de la Provincia Libre de Guayaquil con cerca de 53.000 kilómetros cuadrados y un aproximado de 70.000 habitantes:
  • “El diminutivo de «Republiquita» resumía el desagrado bolivariano al deseo autonomista de Guayaquil. Por el mismo sentido iba la famosa frase que Bolívar escribió a Olmedo en enero de 1822: «Ud. sabe, amigo, que una ciudad con un río no pueden formar una nación».
  • ¿Negociaciones para quedarse en el ejercicio del Poder? En su personalidad no cabía semejante atropello ético, cívico, honesto. ¿El señor Lasso conoció de la renuncia de la presidencia de la Junta de Gobierno de la Provincia Libre de Guayaquil expresada mediante carta dirigida a Bolívar para evitar hechos de sangre que podrían haber ocurrido con ocasión de la defenestración de sus integrantes? Me atrevería a responder que SÍ, pero se mantuvo en la línea sesgada que utilizó en su redacción. La describo brevemente. 
  • Carta dirigida a Bolívar de 29 de julio de 1822. Sin pensar en ninguna “clase de negociación” y asumiendo personalmente el riesgo, se desterró a Lima.  Agrego un fragmento de dicha carta constante en la “Biografía de José Joaquín de Olmedo” demostrando el prócer Olmedo su rectilíneo proceder cívico, ético, moral y hombría, como era lo correcto. Su familia quedaba expuesta al odio y persecución. 

“… me acusan de no haber sostenido los derechos de este pueblo y de haber vendido la Provincia, habiendo llegado a tal extremo el acaloramiento, que aun se han formado planes para atropellar esta casa, que no es mía, y hacer un atentado”.

“Otros, en fin, me acusan de no haber hecho protestas y reclamaciones por los últimos sucesos; como si yo debiese preparar una desavenencia entre pueblos hermanos, y encender el primero la tea de la discordia.”

“Yo me separo, pues, atravesado de pesar, de una familia honrada que amo con la mayor ternura, y que quizás queda expuesta al odio y a la persecución por mi causa. Pero así lo exige mi honor. Además, para vivir, necesito de reposo más que del aire: mi Patria no me necesita; yo no hago más que abandonarme a mi destino. Soy y seré siempre de Ud. atento y respetuoso servidor y amigo”,

¿Conocía el autor, Carlos Lasso Cueva, el texto de dicha misiva? Una vez más, negó y se sintió muy a gusto omitiéndolo y difamando sin bases históricas.

Da vergüenza, por decir menos, la forma cómo Bolívar siendo dictador o gobierno de facto, “obligó” a los que fungían de representantes de Guayaquil (no lo eran jurídica y legalmente) a aceptar y firmar el oficio dirigido a Bogotá manifestando la aceptación de anexarse a Colombia, es decir, se faltó a la realidad y veracidad de los hechos, cometiéndose infracción punible de haber existido un gobierno de derecho.

Igualmente ocurre con la lectura de las actas del cabildo porteño a partir de 22 de julio de 1822, cuya redacción es bochornosa, alejadas de todo principio jurídico y moral, convirtiéndose en documentos inmorales, ilegales e ilegítimos confirmando el gobierno de Bolívar de mandu militari.

  • Renuncia de su cargo de vicepresidente electo del Estado del Ecuador en 1831. En líneas anteriores se relató el por qué renunció el prócer Olmedo a dicho cargo, recordando el artículo 32 de la cuarta Constitución de septiembre de 1830 promulgada como consecuencia de la reunión de la élite quiteña del Trece de Mayo de 1830.
  • Habiendo sido elegido como vicepresidente constitucional acorde con lo dispuesto en el art.32 de la Constitución de septiembre de 1830, debía sustituir a Flores por hallarse ausente y en campaña en el norte. No fue así, quien lo hizo fue José Fernández Salvador, sin ningún recato o rubor cívico al asumir funciones que no le correspondía.

Obviamente “no convenía” describir estos hechos de parte del autor aludido por su inestabilidad de comprender que todo lo escrito por él era producto de su afiebrado e ilógico razonamiento con desprendimiento cívico para mantener su fijeza negativista y delirante, muy posible por su secuela infantil que tanto daño le hizo en la formación de su personalidad, dejándola como demostración de lo que puede ser un estudio falso, distante, reflejando injerencias políticas desconocidas sobre nuestra realidad e idiosincrasia.

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