Borrando contactos del celular, me topé con el nombre de mi amigo, ese que ya no está, el que se encuentra en otro plano. Falleció. Me quedé helada, tuve que dejar el celular porque no había caído en cuenta que podría toparme con el recuerdo y con más nombres que están ausentes.
Recuerdo haber leído un reportaje que decía que en unas décadas Facebook, X, e Instagram podrían tener más perfiles de personas fallecidas que de vivas. Claramente ver estos nombres, conversaciones, fotos, números de teléfono, nos remueven todo. Por supuesto que sí es tu pareja, hijo, padre, abuelo… duele mucho más.
Conversando con una amiga, que pasó el duelo de su padre hace un año, le pregunté cómo ella había superado su muerte. Me dijo cosas muy importantes. Lo primero es que ella hizo un viaje con su padre antes de que él muriera, donde le hizo muchas preguntas, y recibió respuestas que le llenaron el corazón. También mencionó que hizo terapia, leyó mucho sobre la muerte y finalmente hizo un taller que abordaba el tema del duelo. Después de que me comentara todo esto, los ojos se me llenaron de lágrimas porque me di cuenta que la muerte más cercana que he tenido de adulta, ha sido la de mi amigo. La verdad es que me da miedo la muerte. Me da pánico, le dije a Anita, y ella me dijo, comienza a trabajarlo.
Me compré un libro que se llama El camino de las lágrimas, de Jorge Bucay, una psicóloga me dijo que este es uno de los primeros libros que recomiendan para los duelos. Me ha sacado muchas lágrimas, pero al mismo tiempo, ha abrazado mi corazón.
Bucay escribió: “Pueden llevarse algunas cosas de otro. Pero no pueden robármelo porque de alguna manera ese otro sigue estando adentro mío”. Eso me hace pensar en lo importante que es vivir el presente, no posponer.
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Nunca sabemos cuando va ser la última vez.