Quienes estudian y analizan la historia del hombre y su organización en sociedad durante distintas épocas, saben perfectamente que hay dos cosas principales que lo han motivado e impulsado hacia lo que llamamos progreso; esas dos cosas son el poder y la avaricia, mas, por favor, no me mal interpreten pensando que soy una especie de ermitaño incrustado en la sociedad urbana del siglo XXI, con un espíritu austero y la búsqueda de la paz a cualquier precio. No, en realidad no, pero debemos admitir que el hombre es una especie de langosta depredadora que siempre ha buscado conquistar nuevas tierras, ejercer dominio sobre sus congéneres y rodearse de cuántos lujos, posesiones materiales y comodidades pueda lograr.
En ese camino, la humanidad va modificando a la sociedad y cada cierto tiempo se producen ciertos hechos nuevos que marcan un punto de quiebre respecto al anterior periodo. Las guerras, por lo general han dado la puntada final al lienzo que se ha ido tejiendo durante años o incluso durante siglos. Esa puntada final ha dado, al mismo tiempo, el inicio a un nuevo periodo y a un nuevo orden de las cosas, verbigracia, finalizada la Segunda Guerra Mundial y suscrita la Conferencia de Yalta, ha mantenido un orden mundial geopolítico, complementado con otros instrumentos como el Tratado de Bretton Woods para establecer un nuevo sistema económico y financiero mundial que ha perdurado hasta nuestros días.
Pero hay otros factores que, sobre todo en los 2 últimos siglos han colaborado en el rompimiento del anterior orden y el establecimiento de uno nuevo, y estos factores son de orden tecnológico con énfasis en lo energético, pues, tengamos presente, que es la energía la que mueve al mundo desde que se descubrió el petróleo y se inventaron las máquinas a vapor y electricidad.
Precisamente en nuestros días, en esta segunda década del siglo XXI, estamos asistiendo al rompimiento del orden que ha regido en el mundo durante los últimos setenta u ochenta años, para entrar en un NUEVO ORDEN MUNDIAL, con reglas de juego que, como ha sido siempre, serán impuestas por el o los más fuertes sobre los débiles.
Pero hay algunas particularidades sustanciales que identifican a los actores de este Nuevo Orden Mundial, pues, aunque todavía están en la cancha, jugadores como los países más grandes y fuertes, así como la Jerarquía religiosa católica en Occidente, sin embargo ya no juegan en la delantera, pues esos lugares hoy los ocupan los magnates más poderosos del planeta por medio de corporaciones gigantescas y fundaciones todo poderosas, las cuales se han convertido poco a poco, en prácticamente dueñas de todo el planeta, al punto que el celular que tiene ahora mismo en sus manos, los lentes a través de los que está viendo, la señal de internet que le permite conectarse a la web, el auto que tiene en el garage, y todo lo que usted pueda imaginar, pueden ser fabricados por una compañía filial de estas grandes corporaciones cuyos propietarios son estos magnates llamados los “Dueños del Planeta” como los ha llamado la escritora española Cristina Martin Jiménez en su obra literaria sobre el Nuevo orden Mundial y la agenda veinte treinta.
Pero hay algo que hasta ahora no han logrado poseer este puñado de bandidos que se sienten dueños de todo, y eso que ansían tener, y posiblemente lo logren, si no actuamos con urgencia y coraje, es nuestra voluntad y nuestra vida, y esto es lo que diferencia a este Nuevo Orden Mundial de los precedentes vividos en otras épocas, pero no solo por los sujetos protagonistas, sino además por lo avanzado de la tecnología que hoy está a su disposición para controlar a la humanidad.
Prima facie, parece que no tendríamos mucho por qué preocuparnos, ya que aunque estos cambios o nuevos órdenes mundiales ya se han dado con las características propias de cada época y sus actores de turno; sin embargo, nunca antes, como hoy, la humanidad estuvo tan cerca de perder sus libertades y hasta su propia vida, por medio de un Nuevo Orden Mundial representado por ese organismo llamado ONU, que se creó en 1948 para garantizar la paz entre los países, pero que hoy, ha sido cooptada por los capitales económicos de los magnates quienes son los que mandan verdaderamente a este organismo que busca convertirse en aquel único gobierno mundial que está profetizado en la Biblia, en el capítulo 13 del último libro llamado Revelación o Apocalipsis.
Pero, tengamos en cuenta que la ONU es como un pulpo, y uno de sus tentáculos es la Organización Mundial de la Salud (OMS), aquel organismo financiado en un 85% por capitales privados como la Fundación Bill y Melinda Gates, la fundación Parenthood de George Soros, entre otros, que es precisamente la que promovió las mal llamadas vacunas contra la COVID 19, que han ocasionado millones de muertos y de enfermos crónicos por los efectos adversos de esos inyectables dañinos que, laboratorios como Pfizer, pretendían mantener durante 75 años en el siglo de sus componentes, hasta que, afortunadamente, un juez del estado de Texas, obligó a la FDA que revele el contenido de las vacunas de Pfizer, sabiéndose hoy por parte de ellos mismos, que pueden producir potencialmente cientos efectos dañinos.
Esa misma OMS es la que está dirigida por Tedros Adhanom, un hombre acusado de varios delitos en su país de origen Etiopía, y esta misma OMS es la que pretende erigirse como la única autoridad planetaria en materia de salud, de modo que, todo aquello que no convenga a los laboratorios que la sostienen financieramente, sería declarado proscrito, retirándolo de la internet y prohibiendo su enseñanza y su práctica.
Concluyo indicando que, para conseguir este golpe de cadenas contra la salud, la libertad y la vida, se estarían firmando dos documentos denominados Tratado de Pandemias y las Reformas al Reglamento Sanitario Internacional, por los 194 países miembros de la OMS, este 24 de mayo del 2024 en Ginebra – Suiza.
El nuevo orden mundial está por venir y presenta un rostro de muerte, muerte física para la gente y muerte de la soberanía sanitaria de los países firmantes, pues, el plan detrás del control absoluto de la salud por parte de las farmacéuticas a través de la OMS, es la reducción de la población planetaria, de unos ocho mil millones de almas, a unos tres mil quinientos individuos, para lo cual, las campañas de vacunación son apenas una de las estrategias de la agenda programada.
Muy acertado editorial William, es una lástima que especialmente en Latinoamérica los gobiernos, periodistas y sus ciudadanos no se den cuenta como estas alianzas del mal que se van tejiendo sistemáticamente y cuando quieren remediarlo es demasiado tarde.
Ojala que el gobierno Ecuatoriano no se suscriba a ese tratado de la OMS pues les estarían dando luz verde a este punado de farmacéuticas y gobiernos supranacionales operando desde las sombras para tratarnos como ratones y alcanzar sus siniestras metas trazadas en Davos.