CONOCÍ PUNTA BLANCA, HACE MUCHOS AÑOS, EN UNA DE LAS PRIMERAS ENTRADAS, HABÍA UNA VILLA DEL SEÑOR. MARCEL LANIADO (+), MAS ADELANTE LAS CASAS DE LOS HERMANOS GABRIEL Y CLEMENTE PINO GÓMEZ, seguida de la villa del Ing. ANTONIO GINATTA.
Mas adelante, había pocas villas que las alquilaban, sus dueños, para las vacaciones de invierno, por una semana o quince días. La casa en referencia, era pequeña, aislada, poca luz exterior en las noches y muchos mosquitos. Esta fué una experiencia personal.
Como anécdota les comento, que los hermanos Pino Gomez, me habían invitado al igual que a unos cinco amigos de ellos y su primo, el Dr. José Fernando Gómez Rosales a un retiro en casa de ellos, por tres días, ahí nos hospedamos.
El P. Reich, Decano de la Facultad de Derecho de la U.C.S.G.,daba el retiro. En esos días estaba de moda la hija de la Princesa de Mónaco, y cuando hablábamos del matrimonio eclesiástico -indisoluble y para toda la vida- le preguntamos: ¿Cómo era que la Princesa se había casado tres veces civilmente y tres veces eclesiásticamente? “Muy fácil, nos contestó, consiguete un buen abogado en el Vaticano y anulas el matrimonio eclesiástico y te puedes volver a casar eclesiásticamente. En aquella época, sólo ante El Vaticano, podías presentar la petición del matrimonio eclesiástico. Posteriormente, tal prerrogativa, paso a los Prelados en Latinoamérica.
Fue cuando la Facultad de Derecho de la U.C.S.G., añadió en el Pensum de los estudios de Derecho, el estudio del Derecho Canónico. Conocí algún estudiante que se especializó en esta temática y logró disolver (anular) unos cuatro o cinco matrimonios eclesiásticos. Terminado el Seminario, retornamos a Guayaquil.
En la actualidad Punta Blanca, tiene un desarrollo inmobiliario inmenso; grandes torres de 15 pisos, muchísimos edificios de propiedad horizontal, cuyos dueños los alquilan amoblados, un mar verde maravilloso y mucha brisa. El mar es un poco agitado, y en la playa no hay cuadrones, si alguno pasa por la playa, lo hace de manera lenta, sin peligro para los bañistas.
Sólo, quiero comentar un inconveniente: para llegar a los departamentos, tienes que transitar por unos caminos de quinta, con huecos y hasta con agua de las lluvias. Los Alcaldes de las ciudades Santaelenenses, ni la Prefectura,se interesan en arreglarlos. Pregunté ¿cuál sería la razón?, alguien me contestó: “es que quienes invierten aquí o vienen como turistas, votan en Guayaquil”.
No lo podía creer, si gracias a tales inversionistas y turistas, desde hace treinta años y posiblemente los próximos treinta, han dado empleo a sus habitantes, como guardias, cuidadores, empleadas domésticas, jardineros, choferes, mecánicos, carpinteros, artesanos de todo orden, etc. El fenómeno se repite en otros balnearios de la Costa del Sol, de la Provincia de Santa Elena, como por ej., Montañita, que tienes que cruzar por largos tramos, con tales carreteros, hasta el destino final, pese a que en dicho lugar hay grandes construcciones y hoteles de cinco estrellas. ¡Increíble!
Así paga el diablo a sus ovejas.