Este artículo es parte de la introducción de un libro de mi autoría escrito hace más de 20 años, Reinventando Ecuador. Muy poco ha cambiado en nuestro país, hemos desperdiciado dos décadas.
La historia nos enseña que las grandes potencias surgieron porque optaron por ser los primeros en iniciar cambios y no esperaron a que otros lo hagan, sus gobernantes y empresarios fueron visionarios y emprendedores. Los romanos fueron dueños del mundo de la antigüedad, entre otras razones, por las leyes que crearon, la organización militar que desplegaron y la tecnología de caminos, puentes, acueductos, etc. que desarrollaron. China fue la nación más avanzada del planeta durante la era del oscurantismo en Europa (siglo VI a XI), por la iniciativa en hacer innovaciones en la agricultura y crear diversos bienes indispensables en el desarrollo económico, como el papel y el compás; éste último instrumento de navegación. También inventaron el mercado de futuros. Las ciudades estado de Italia fueron prósperas entre los siglos XIII y XV, porque lideraron la reingeniería financiera, tuvieron la banca más adelantada de Europa. Holanda lo fue en el siglo XV, por la tecnología marítima y bursátil; Inglaterra lideró el mundo entre los siglos XVIII e inicio del XX, por las innovaciones en la estructura del estado, creación de opciones de inversión y tecnología industrial. Estados Unidos y Japón tuvieron supremacía en el siglo XX, porque el estado creó las condiciones para proteger el esfuerzo individual y por la creación de un sinnúmero de actividades productoras de bienes y servicios que colmaron las necesidades de los consumidores.
¿Por qué en Ecuador consideramos a Rocafuerte, García Moreno y Eloy Alfaro, los mejores presidentes que hemos tenido? Simplemente porque fueron visionarios y emprendedores, auténticos revolucionarios de ideas. Desafortunadamente los mensajes que dejaron estos distinguidos ecuatorianos cayeron en el olvido, en esa especie de amnesia que sufrimos los ecuatorianos. Si algún día queremos salir de nuestro subdesarrollo, no lo lograremos dependiendo exclusivamente en los recursos naturales del país; nuestra sociedad debe, mas bien, tiene que cambiar. La mentalidad inflexible y parroquiana de los ecuatorianos está condenando a esta nación a la eterna pobreza.
De todos los males que afligen al Ecuador y que lo tienen sumido en la pobreza y atraso, ninguno causa más daño que la actitud indiferente de quienes han dirigido y dirigen nuestros destinos, expresada en la absoluta ausencia de visión de nuestros líderes. Durante casi 200 años hemos ido con la marea y en más de una ocasión, hemos caído en violentos remolinos que nos hacen girar 360 grados sin parar. Nuestros gobernantes han perdido el horizonte y por donde miren, no alcanzan a ver tierra firme. Ecuador necesita desesperadamente un GPS (global position system) político-económico, que le permita posicionar a las élites y ayude a trazar la ruta más eficiente a seguir.
Si analizamos a quienes han dirigido nuestros destinos, se cuentas con loss dedos de la mano quien han cumplido con los propósitos y características de los gobernantes visionarios. La mayoría absoluta ha realizado desgastes inútiles de energía e improvisado, generalmente tomando decisiones a destiempo o equivocadas. Cómo pueden haber sido visionarios, si han hecho apología de los errores del pasado y han sido los últimos beneficiarios de los logros de la tecnología. Mas bien nuestros gobernantes han ido contra las tendencias mundiales. No han sido pro-cambio, han preferido identificarse con el anti-cambio.
A través de nuestra historia, hemos sido terriblemente renuentes a la adaptación. Nuestro pasado se encuentra lleno de ejemplos de rechazo a lo moderno. Alberto Muñoz Vernaza a fines del siglo XIX propuso la creación del banco central y conocedor de la conducta histórica de los gobernantes, comentó:
“Los estadistas ecuatorianos se han ocupado, de preferencia, en organizar y reglamentar lo existente, antes que en abrir nuevos horizontes al desarrollo económico”.
Este proyecto no se materializó en su tiempo y tomó aproximadamente medio siglo en crearse el Banco Central.
Si nuestros gobernantes hubieran sido visionarios, no dependeríamos de 3 o 4 productos para generar divisas, como es la situación actual. Si hubieran sido visionarios, habrían dado prioridad a la educación y no tuviéramos una masa de ignorantes incapaces de elegir correctamente a los mandatarios y parlamentarios. Si hubieran sido visionarios, no tendríamos la terrible desigualdad de los ingresos entre las clases sociales, que causa injusticias y que crea ciudadanos de primera y segunda. Si hubieran sido visionarios, el ecuatoriano tendría un ingreso por persona digno Si hubieran sido visionarios, no necesitaríamos rebajarnos y perder dignidad como país buscando la condonación de la deuda externa.
La palabra visión puede tener connotación mística, pero es muy real y tangible. John Porter, reconocida autoridad mundial en la dinámica del cambio, afirma que una buena visión sirve a tres propósitos muy importantes: Clarifica la dirección general del cambio, es decir nos permite conocer adonde queremos ir y nos ahorra esfuerzos inútiles; motiva a las personas a tomar la dirección correcta y ayuda a coordinar las acciones de diferentes personas.