Para San Juan Pablo II el cuerpo tiene un especial significado, pues nos llama a ser filial, esponsal y fecundo.
El significado filial indica que lo primero siempre es ser hijo. No aparecimos de la nada. Tenemos unos padres y esos padres tienen unos padres. A pesar de ser adoptados o de no haber conocido a los progenitores biológicos, de pequeños necesitamos ser cuidados y dependemos de un adulto. El bebé se dedica a recibir: recibe caricias, recibe el alimento, recibe incluso las limpiezas básicas. Se ha demostrado que los bebés que no reciben contacto físico muren. Somos seres relacionales que nos necesitamos unos a otros desde el nacimiento.
Es interesante que con los papas aprendemos a recibir y con los hermanos aprendemos a dar. Una de las primeras peleas de hermanos es por no querer compartir ciertos juguetes, incluso no querer compartir la atención de los mayores. Las familias grandes son la ejemplificación plena de lo que es vivir en comunidad, donde cada uno -con sus defectos y virtudes- son una fuerza indivisible de amor.
Así mismo, la primera experiencia que deberíamos tener de Dios es que es Padre, pues él nos dio la vida. Si él es el creador, yo soy la creatura. En tiempo de Jesús, los romanos que adoptaban un hijo luego no podían repudiarlo, aunque sí podían repudiar al hijo de sangre. Por eso hay un gran significado de ser hijos en el Hijo, como lo describe san Pablo en su carta a los Efesios (Ef. 1, 5).
El significado esponsal parte de la experiencia de unidad, unión y comunión con nuestro próximo. Para los judíos era importante unirse en matrimonio pues era el primer mandato de Dios en el Génesis. Los cristianos vemos en el matrimonio un don hermoso y bendecido por Dios, pero también sabemos que hay algunos que sienten un llamado a “saltarse” ese signo terrenal para adelantar de una manera el matrimonio celestial al que todos estamos llamados.
Por eso, no todos tienen que casarse, pero todos debemos ser un don para los otros. Mi capacidad de amar, como imagen y semejanza de ese Dios Trino, hace que mi cuerpo sea una herramienta sensible y visible para la entrega y la acogida. Más allá de la sexualidad, todos tenemos un deseo de enseñar al que no conoce y de proteger al más indefenso. Esa entrega se condensa en las conocidas obras de misericordia.
Por último, el significado fecundo es ese llamado a dar vida y lo hacemos de muchas maneras. Los sacerdotes son padres espirituales, y también llamamos madre a las mujeres consagradas. La fecundidad espiritual está ligada íntimamente al amor que sentimos por el otro, y se evidencia en nuestras acciones, palabras y relaciones. La fecundidad espiritual va más allá de la biología y se manifiesta en la entrega y en la generosidad hacia los demás. Es un regalo divino que trasciende las limitaciones físicas y nos conecta como seres humanos.