¡SER O NO SER ESA ES LA CUESTIÓN! Proclamaba Shakespeare. ¿Ser qué? Es lo que deberíamos tener claro. La respuesta se la encuentra cuando la identidad de uno se realiza en la misión con otros. “Si Cristo no ha resucitado. vana es nuestra fe” Interpelaba san Pablo a los creyentes en Jesús que no estaban convencidos de tal hecho. Por lo tanto, hablar de la resurrección no es fácil, como cuando queremos hablar del amor y somos infieles, de la verdad y mentimos, de la belleza y la destruimos.
La fe en la resurrección es la experiencia esencial del creyente de todos los tiempos. ¿Lo tenemos claro? Tomás, lo duda. Pero la duda lo invita a buscar la verdad de su experiencia, necesita palpar, sentir las llagas de las manos, tocar la herida del costado de Jesús. Por ello, termina exclamando ¡Señor mío y Dios mío! Ese es el proceso. El que Resucitó es el crucificado, no un mito o una idea.
Tres errores debemos evitar los creyentes para tener una experiencia real de resurrección. Lo primero, que no necesitamos los sentidos para la experiencia de fe, solo lo espiritual. La carne mata, el espíritu da vida se ha dicho muchas veces, platónicamente. Sin embargo, creer en Cristo resucitado significa entender que los sentidos y el cuerpo es la manifestación de la integridad de la persona y de saber ubicarse totalmente ante el Dios creador de todo. Somos unidad sicosomática, en cuerpo, alma y espíritu. Y esto es lo esencial que nos enseña las famosas apariciones de Jesús. En el evangelio de Juan 20: 19 – 31, por ejemplo, Jesús aparece en sus reuniones, se deja tocar, exhala su aliento sobre sus discípulos. Sin la puerta de los sentidos, no se llega al fondo del ser.
Segundo error. Pensar que lo religioso, lo divino solo se manifiesta en lo extraordinario, en lo maravillo y no en lo cotidiano, en lo sencillo y común de la vida. Y hoy, pleno siglo XXI lo común es la miseria, la violencia, la tormenta de guerras y desastres, la envidia. Eso ha hecho que no comprendamos lo humano como manifestación de lo divino. Tenemos claro que Jesús murió, muchos lo vieron, la cruz símbolo de su muerte. Pero en la resurrección se apareció a pocos, solo a sus discípulos y ellos nos contagiaron su fe en la resurrección, no ha símbolos hay hechos de vida. La “discreción de Dios”, está en el comienzo de su vida, la sencillez de un pesebre, hasta el final de su vida, la miseria en un calvario, desnudo y herido. Hoy el extraordinario amor y poder de Dios resucitando a su hijo solo se proclama a los que él decide aparecerse y a los que logran “ver y creer”. ¿Creo que mi fe es tan grande para transformar la historia?
Tercer error. Las dudas son enemigas de la fe. El miedo sí, paraliza. Las dudas movilizan a pensar, a buscar la verdad, a encontrarla. Tomás, nos invita a compartir sus dudas para tener claro que no creemos en fantasmas ni fanáticamente, sino en un amor real que sufre y tiene las huellas de ese amor en las heridas. La fe es un proceso en donde necesito sentir, palpar, ver las huellas, los signos, pensar, haciendo memoria sobre el futuro, la vida continua, podemos comenzar de nuevo, el amor sufre, pero fomenta la esperanza.
¿A qué nos invita la fe en la resurrección? Siguiendo el texto de Juan 20: 19-31. ACOGER EL ALIENTO DE VIDA, que nos da Jesús al soplar su espíritu en nosotros. Somos barros, débiles y vulnerables, pero al creer y recibir el espíritu nos da la fuerza que transforma nuestra vida e historia. Nos invita a abrir las puertas. No somos hijos del miedo, ni de la mediocridad ni del desánimo. Podemos en Jesús salir y abrazar a los que nos necesitan y comenzar de nuevo a amar, luchar y crear vida.
La fe en la resurrección nos invita experimentar una nueva vida. Somos hombres y mujeres de Espíritu, porque creer en Dios es recibir nuevas energías, para ser libres, para caminar y no dejarnos aplastar por los problemas y desastres y buscar soluciones que nos hagan más humanos, hermanos. Lo divino se manifiesta en lo humano y lo más humano es abrazar lo divino en el hermano.
El hombre y mujer resucitado, a lo mejor no habla mucho, no puede explicar esa energía, ese amor, pero lo concreta, actúa. No vive de las apariencias, sino de sus convicciones y decisiones profundas. Irradia paz y alegría en donde está. Se esfuerza por vivir la presencia de Dios en este mundo y por eso es alternativa, no se adapta a este mundo de marketing, apariencias, redes, finanzas, injusticias y pesimismo. Ama con ternura y compasión al que sufre, al migrante, al pobre, al que tiene al lado. Solo desde aquí se podrá decir ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!
PARA PENSAR:
¿QUÉ ES LO QUE DEBES EVITAR PARA CREER?
Que los sentidos no sirven, las dudas son enemigas, que lo maravilloso solo es extraordinario.
¿QUÉ ES LO QUE DEBES HACER PARA CREER?
Acoger el aliento de vida que me da la fe, abrir las puertas y sacar miedo y mediocridades, pero sobre todo debo experimentar un nuevo comienzo
¿EN QUÉ CONSISTE LA FE EN LA RESURRECCIÓN?
En hacer creíble el amor, la verdad, la bondad y belleza gracias a Jesús.