Cuando los docentes de diseño enseñamos fundamentos del diseño bi y tridimensional a los alumnos, les explicamos lo que es un módulo. Ese tema a mí me resultó fascinante cuando era estudiante y conseguía diseños hermosos a partir de un módulo. Resulta que el módulo es una forma básica e idéntica que se repite para formar un diseño, un súper módulo. Hay módulos en las baldosas, en las paredes de la cocina, en los diseños de las telas, en manteles, tapices y cuadros. Hay diseñadores como Félix Beltrán, que creó diseños a partir de módulos y los reprodujo en serigrafía. El módulo no deja de gustar cuando uno lo ve ¿por qué? quizá por la simetría que a nuestro ojo le atrae tanto.
Un módulo es como la célula en el tejido. Se repite hacia todas las direcciones para formarlo. Se habla de modulación también cuando se hace un mueble y se dice que un mueble modulado resulta más práctico y funcional y es capaz de readecuarse con más facilidad a los espacios, cambiando incluso un poco pero manteniendo su carácter y estilo. En fin, el módulo es esa célula hermosa que uno como diseñador puede crear con líneas rectas, curvas, líneas sinuosas o cortadas. También puede transformarlo aplicando diferentes técnicas, ensanchándolo o comprimiéndolo a su gusto y necesidad. Pero al final obtendremos un resultado armonioso, atractivo, pregnante. Somos nosotros los diseñadores quienes decidimos cómo va a ser ese súper módulo.
Ese módulo, en la vida, somos cada uno de nosotros. El individuo se diseña a sí mismo definiendo sus hábitos, creencias y su forma de ver el mundo. Ese individuo-módulo forma su súper módulo-familia y, si es un diseñador consciente, buscará la armonía en este. Veo el mundo como una red de módulos, sub módulos y súper módulos que se entretejen y relacionan para formar esta gran humanidad.
Por eso creo que ante esta crisis social que estamos atravesando a nivel global es preciso que cada individuo revise cómo se ha diseñado y qué cosas tiene que rediseñar de sí mismo. Somos todos creadores y tenemos la capacidad de rediseñar y de transformar algo para hacerlo mejor. Cuando nos revisamos y rediseñamos a nosotros mismos, podemos también transformar lo que consideramos obsoleto de nuestro entorno, empezando por las relaciones con los otros, nuestra pareja y nuestra familia.
Recuerdo que de pequeña me enseñaban en la asignatura de Cívica que la familia es el núcleo de la sociedad y el tiempo me ha hecho ver en la práctica lo cierto que es esto. Si queremos una sociedad honesta, solidaria, justa, consciente, no podremos lograrlo sin antes haber sembrado esas virtudes en nosotros mismos y en nuestras familias. Que ese módulo que somos cada uno de nosotros se replique en una red que sume y transforme la sociedad. ¿Es posible? Solo si cada uno lo decide.