Ver las actuaciones de ciertos asambleístas de la República, ya pasan de la hilaridad a lo grotesco, observar a nuestros representantes, quienes fungen de ser nuestros delegados ante la Asamblea Nacional, parece más un programa cómico o más bien trágico, que lo que debería representar.
Algo tan sagrado como lo es la fiscalización, uno de los deberes y funciones más importantes de los señores Asambleístas, no puede ser ridiculizado por su propia presidenta, al invitar a intervenir a un prófugo de la justicia, justamente cuando quien promovió dicho proceso, estaba casualmente invitada por dicha Comisión a explicar su accionar como Fiscal General de la Nación.
Veo con algo de esperanza que ya se han levantado voces dentro del mismo parlamento para pedir una sanción a la presidenta de la Comisión de Fiscalización y que la propia Fiscal, le conmina a que declare del paradero del ex Asambleísta prófugo, que por pura coincidencia antes de renunciar a su curul, era un prestante representante de la misma tienda política de la señora presidenta de Fiscalización y miembro también de la coloquialmente denominada, piscina de los “tetones”.
Tomar partida personal, abusando de los cargos que se ostentan, a mi modesto entender también es un delito y deberían ser sancionados con todo el rigor que la ley permite, los señores Asambleístas deben sentir vergüenza ajena, como sentimos muchos ecuatorianos, que personajes como el funcionario “Tetón” o “aaay Pame”, nos representen, incluso a los que nunca votaríamos por ellos, en cargos tan solemnes e importantes donde se debaten en muchas ocasiones el futuro del País en el cual vivimos.
Que algunos Asambleístas nos quieran acostumbrar a sus payasadas a nombre de la democracia no es lo adecuado, se los eligió para que nos representen generando leyes y propuestas que beneficien al colectivo ciudadano, manejar agendas propias con oscuros intereses los lleva no sólo a ellos, sino a toda la Asamblea Nacional, a estar en el estado descrédito que actualmente poseen, los reglamentos y leyes internas que protegen este tipo de actividades deben ser puestas en marcha, y a quienes las incumplan, sea cual fuere su posición, sancionarlos, para que los ecuatorianos y el mundo ya no tengamos que seguir observando “Los espectáculos mediáticos de Pame”.