23 noviembre, 2024

Los jinetes de la apocalípsis

Hay palabras felices que provocan la plenitud del corazón, la alegría de vivir y avivan la esperanza, tales como madre, niño o paz; pero existen otras que usurpan los significados y tomando falsas acepciones, llaman poder al abuso o libertad al exceso. Esas palabras negativas siembran la propaganda y extravían a los pueblos, sublevan las conciencias, perturban el mundo y retardan la marcha de la civilización. La palabra guerra es una de ellas que reaparece en la humanidad prometiendo angustia para todos. Tan terrible es la guerra que casi unánimemente los hombres la condenan, no importando la ideología que los anima o la nacionalidad ni el tiempo. Así, para Jorge Santayana, filósofo norteamericano de origen español, «Nadie ha ganado jamás una guerra», concepto compatible con el expresado por el Papa que condenó la actual situación bélica entre Rusia y Ucrania o la guerra entre Israel y Gaza.

Por otro lado, en la actualidad el hecho de encontrarse un país geográficamente muy distante de la zona de combate, no le garantiza nada, entre otras cosas, por el simple motivo que el comercio exterior se verá impactado.

Otro de los males ocasionados por esta confrontación bélica lo constituye el fracaso de la Organización de las Naciones Unidas que no pudo evitar el uso de la fuerza. Es verdad que la gran mayoría de los miembros de la ONU y los dirigentes de ella, tratan de que las dificultades se resuelvan por medios pacíficos, pero se fracasó en el intento de preservar la paz. Aspiramos que este fracaso, lejos de disminuirla, la fortalezca.

Ademas, las Naciones Unidas tiene un enorme reto y debe adecuarse a los nuevos acontecimientos reforzándose para ser para ser la representante genuina de todos los Estados.

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1 comentario

  1. Estimado Carlos: Es muy extensa la agenda de actividades de la ONU, mismas que van en función del exterminio de la humanidad y en directa coligación perversa con la OEA, OMS, OPS, CIDH, ETC, Por lo que, una de ellas; obviamente la principal, es la AGENDA 2030. Ésta, como brazo ejecutor del NUEVO ORDEN MUNDIAL.
    Lo que sucede es que dicho organismo, algo así como un juez de cuentas de las naciones, suscriptoras o no, incluido Estados Unidos, es quien decide los destinos de cada país, cuya estrategia radica precisamente en camuflar habilmente sus objetivos, haciendole creer al mundo que aquellos son de total beneficio para el planeta.

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