La trayectoria actoral de Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, más conocido como «Cantinflas» es admirable, no solo porque sus películas y series son un legado invaluable para generaciones de productores y actores, tanto en el medio mexicano como en el ámbito internacional.
He sido aficionada a su trabajo como actor, función que cuando resulta exitosa ensombrece cualquier desacierto que la persona haya cometido a nivel personal, y creo que esa actitud ha conllevado a realzar más defectos que virtudes de ciertos artistas. No me perdía ni una de sus series transmitidas en los ochenta, y cada tarde salía a comprar los cromos del álbum de su famosa película «La vuelta al mundo en ochenta días».
Mario Moreno incursionó también en la política de su país, pero su paso fue breve, aunque dejó una huella cinematográfica que ejemplifica cómo ser un buen estadista, con aquel popular y satírico discurso criticando a los políticos mexicanos, en su película «Su Excelencia» (1967), recriminación que bien puede aplicarse a gobernantes de otras partes del mundo.
Como toda persona mediática, su historia no ha estado exenta de escándalos, sobre todo en cuanto al dinero se refiere, ya que después de su muerte, su hijo adoptivo(+) y su sobrino(+) continuaron una lucha por apoderarse de la no tan despreciable fortuna que el actor acumuló durante toda su carrera, hecho que ha quedado grabado en varios documentales y coberturas periodísticas, confirmando ese conocido dicho: «Nadie sabe para quien trabaja», puesto que los dos involucrados nunca lograron ponerse de acuerdo, y dejaron que todo lo que se había construido con esfuerzo se destruyera.
Desconocía un dato que expone el lado fantasioso de Mario Moreno; creía en sirenas, sí, en sirenas, para ello construyó una mansión en Acapulco con vista al mar, en la que se destacaba una enorme escultura de su personaje «Cantinflas» de cara al horizonte. Se dice que en cada visita a ese lugar, él se quedaba horas y horas observando el entorno con la esperanza de ver a aquellas ninfas marinas, lo cual, por supuesto, nunca sucedió. Uno de los tantos videos, acerca de este personaje, muestra lo que un día fue su hábitat, ahora se visualizan simplemente vestigios de su singular ostentación.
Otro caso similar, aunque el protagonista aún vive, es el de Luis Miguel, en una entrevista realizada por el periodista Christian Johnson en 1983, casi al finalizar le preguntó qué compraría si llegara a ganar un millón de dólares, el pequeño cantante expresó, sin dudar, que una casa, pasaron unos años para que esas palabras se materialicen en una mansión, asimismo, en Acapulco.
Después de los líos familiares y sus altibajos profesionales, ya conocidos por todos, fue obligado a pausar el derroche económico al que estaba acostumbrado, como consecuencia de ello abandonó esa majestuosa infraestructura, aunque la verdadera razón solo la conoce el polémico solista. Dicha propiedad es de fácil acceso, puesto que visitantes curiosos siempre se graban mostrando los cimientos que han cedido ante el inclemente paso del tiempo, cuyas ruinas evidencian una época próspera de la familia Gallego Basteri. Supongo que después del huracán que arrasó con el balneario mexicano, poco quedará de ambas construcciones.
Estas dos celebridades son una referencia para aquellas personas que, famosas o no, persiguen ese merecido sueño estéril de cemento, solo deben asegurar un final menos infructuoso.