28 enero, 2025

El resultado del no (querer, saber, poder) hacer algo

El Ecuador no tendría autoridad política alguna sin una mínima capacidad de endeudamiento. Sería un Estado en descomposición, sin garantías ni soluciones. En la práctica, el país sigue siendo políticamente disputado porque sus tangibles recursos ampliamente superan a sus obligaciones. La inseguridad jurídica, empero, imposibilita la corrección política de una cleptocracia compartida como eje de gobernabilidad.

El tema económico se resume al excesivo nivel de deuda en relación a su reducida productividad. El problema es político, no económico. El coyuntural incremento de impuestos para balancear presupuestos mal concebidos y pésimamente estructurados no es receta contra problemas estructurales. La extracción de recursos del bolsillo del contribuyente reduce su capacidad de consumo, restringe la circulación monetaria y acentúa la crisis por falta de crecimiento económico. Las recaudaciones pueden mejorarse incluso a través de la reducción de cargas tributarias y la eliminación de subsidios, pero dicha política no admite la remisión de obligaciones con el fisco.

La capacidad de pago de la deuda debe estar atada al crecimiento económico, siempre demandante de seguridad jurídica. Es lo que se requiere para que el país sea atractivo a la inversión extranjera, los nacionales repatrien sus capitales y el Estado pueda exitosamente enfrentar al crimen organizado y al narcotráfico, promover el empleo, revertir el sendero de quiebra de todos los sistemas de Seguridad Social y superar definitivamente la crisis energética.

 

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Diez veces NO

He decidió compartir mis reflexiones de por qué votaré NO en cada una de las preguntas que en mayo se nos consultará en urnas. A saber:

1. Creo es la menos inocente de las preguntas, pues a todas luces aquí se quiere reparar un olvido de los asambleístas constituyentes en Montecristi. Al redactar la Constitución del año 2008, olvidaron incluir este inciso que ahora se nos propone aprobar. El problema no está sólo en las argucias empleadas en los procesos judiciales penales para conseguir que el calendario caduque la prisión preventiva. El problema va más allá, pues la caducidad de la prisión preventiva es resultado del sistema penitenciario y judicial – penal que no sabe de tiempo, eficiencia, y objetivos claros. Muy aparte de nombres simpáticos para las nuevas dependencias públicas, la política penal sigue siendo la misma: el hacinamiento de presos, de procesos, de indagaciones previas, de informes policiales. El agregado que se nos pide aprobar no nos dará la solución que necesitamos.

Confiar o no confiar, esa es la cuestión

Cuando regresé a Ecuador con mi título obtenido en la Unión Soviética en 1980 me encontré con la novedad que para ser reconocido como tal, tenía que revalidar mi título y diferentes universidades tenían diferentes exigencias, como rendir exámenes de varias asignaturas y hasta defender la tesis nuevamente.

Me pareció incongruente e irresponsable que el Estado concedía becas a estudiantes, con la consiguiente obligación de regresar al país, y luego ser cuestionado por las universidades locales y no poder ejercer la profesión con el debido reconocimiento, hasta cumplir con las muchas exigencias impuestas por el sistema. Lógicamente, más sencillo era lograr un título dentro del país y si de conseguir un título se trataba, la vía local era mejor.

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