Me dirijo a jóvenes, pero muchos adultos opinan lo mismo: “con mi cuerpo hago lo que a mi me conviene”, otros en cambio dicen “que el cuerpo es una maravilla y hay que saberlo cuidar” y unos cuantos nos dicen el “cuerpo es sagrado – somos templo del Espíritu Santo” ¿Cuál es tu perspectiva para valorar tu cuerpo, saber relacionarte y ubicarte en el mundo que te toca vivir desde lo que eres? ¿Cuál es el principio que te hace comprender lo que eres y saber vivir lo que anhelas?
Cuando me toca dar clases de ética a chicos de medicina vemos algunos temas de BIOETICA, y desde los dos extremos de la vida su origen y su fin las posturas son casi unánimes en la generación de muchos de mis alumnos, que reflejan las frases del párrafo anterior.
El principio que organiza su comprensión y acción es la libertad, entendida esta como libertad individual, ser libre es no tener impedimentos, lo que se llama libertad de. Soy yo quien decido lo que a mí me conviene. Y si mi principio de vida es cuidar mi cuerpo, embellecerlo, pasarla bien, no hacerlo sufrir, saber gozar el aborto o la eutanasia son una necesidad. No ha habido una reflexión ni en las familias ni en los centros educativos sobre cómo valorar lo que somos, lo que nos hace ser humano, lo que nos hace venir al mundo para desarrollar un sentido de vida, que está en mí y en la condición humana, seres en evolución. Pero en evolución de mayor concientización, de asumir la complejidad, de profundizar en lo que nos conecta con la armonía de la vida. No somos islas ni seres hechos, cerrados, nos vamos haciendo, pero nos hacemos en la libertad para, que es la disponibilidad de elegir lo mejor, lo que nos hace crecer, lo que nos hace amar, libertad para.
Esto tan sencillo es lo que no tenemos claro, mientras creamos que el gran legado de la modernidad occidental significado en aquellas palabras del filósofo alemán Enmanuel Kant, SAPERE AUDE -SABER PENSAR POR TI MISMO Y LO ESENCIAL DEL SER HUMANO ES LA AUTONOMÍA, saber decidir lo que tienes que hacer por ti mismo, ha sido mal entendido e incluso manipulado llevando a un romanticismo absoluto de la individualidad de los seres humanos como la característica del capitalismo, donde todo se puede comprar, la sociedad es un libre mercado. La ciencia y la técnica están para producir más bienes y el gran paradigma es apostar por un estado de bienestar, entendido como que todo converge para favorecer derechos, lejos las palabras deberes. Kant, era muy inteligente para plantear las cosas así.
Lo que Kant proponía era independizarse de superestructuras que se imponían en ambientes culturales muy homogéneos y decidían lo que debes pensar, creer y hasta cómo hacer el amor, qué postura, etc. Kant tenía claro que la libertad es la esencia de la persona que lo ubica en el mundo y lo invita a desarrollar lo mejor de sí para crecer, amar y creer. Por eso buscaba no encerrar al ser humano ni en un racionalismo atroz ni en un empirismo relativista, que son las dos posturas que han predominado en nuestra cultura.
E. Kant buscaba las condiciones de posibilidad desde las categorías de los juicios que son a priori, antes de la experiencia y aposteriori, después de la experiencia que te ayuden a analizar, sintetizar y superar los límites del racionalismo o el empirismo. Por ello, su gran sentencia en materia de ética fue: “Actúa de tal manera que tengas en cuenta en cada acto que tú hagas al ser humano como un fin y no como un medio”. Es el paladín de los derechos humanos y dará pie a la ética política para la libre determinación de los pueblos, para regir sus destinos, lo que provocará la liberación de yugos y opresiones después. La libertad es la condición de posibilidad de ser humano liberando, lo que nos hace humanos.
En esta perspectiva el problema no era el cuerpo individual sino la construcción del cuerpo social. Hoy las cosas están al revés, la vara de crecimiento de lo humano es pequeña. Por ello, en las ciencias biológicas, de la salud lo que hace al ser humano es buscar una célula, una cadena genética, una combinación aleatoria de genes, una combinación química, hormonal, unos átomos cada vez más pequeños que provocan incertidumbre. No se tiene claro lo que somos. Por ello, se experimenta y el cuerpo es en palabras del filósofo René Descartes “una res extensa” una máquina.
El entender que no tenemos cuerpo, es decir no es una mercancía ni una pertenencia en sí y para mí, sino que SOMOS CUERPO, quiere decir que nos vamos desarrollando en la relación, por algo desde el vientre necesitamos de la madre y del cariño del padre, lo mismo que al nacer y en la primera infancia donde se forja la confianza en la vida, mi cuerpo me relaciona con los seres que me rodean y me nutre de lo esencial de la vida en lo material y en todo lo que nos haga crecer. El joven busca independizarse por el gran impulso que maneja su estructura y estímulos sociales, pero no es mera naturaleza es libertad, no vive solo de necesidades ni de programaciones sino del uso de la libertad y es la etapa más bella para comenzar a sentir la experiencia del amor, que como proyecto de vida se manifiesta desde su cuerpo, pero se posesiona desde la entrega, el don, la madurez.
En la fiesta del CORPUS CRISTHI el símbolo no es el pan ni la hostia, sino EL PAN PARTIDO -COMPARTIDO Y UNA VIDA QUE SE ENTREGA. Eso es comulgar, entrar en común unión con aquel que nos enseñó “que nadie le quita la vida, sino que él la da” (Juan 10:18).
PARA PENSAR
¿POR QUÉ DIVIDIMOS AL SER HUMANO EN TENER CUERPO O SER CUERPO?
Por una mala comprensión del misterio de lo humano
¿EN DONDE SE JUEGA LO HUMANO?
EN LA LIBERTAD entendida como disponibilidad para amar, dar
¿EL SÍMBOLO EUCARÍSTICO POR EXCELENCIA CUÁL ES?
EL PAN PARTIDO Y COMPARTIDO