Sufrir es una de las realidades más duras y más comunes del ser humano. Pero ver sufrir es una de las peores realidades que un real ser humano experimenta cuando trata de decir algo que le dé significado y sentido a la persona que sufre y no lo consigue. Normalmente ni podemos sentir lo mismo que sufre la otra persona y no podemos cambiar la realidad del sufrimiento de la otra persona ¿Qué podemos hacer con las personas que sufren?
Nuestros familiares, parientes, amigos, compañeros de vida nos han enseñado que lo mejor que podemos hacer es ACOMPAÑAR, el silencio sincero y la oración solidaria para el que tiene fe es un testimonio que no aceptamos el ver sufrir, que no nos gusta ver sufrir a la gente y lo segundo que nos enseñan “esta nube de testigos” es luchar, no podemos dejarnos caer. Cuando el sufrimiento es algo objetivo y determinado como una enfermedad se busca los medios para curar, aliviar dicha enfermedad y esa es la tarea de los profesionales buenos de la salud, hacer lo mejor para aliviar o superar la enfermedad. Se lucha con todo. Eso nos enseñó mamá cuando pasaba horas al lado nuestro acompañando nuestro dolor o sufrimiento. O el buen médico que no se dedica a meras recetas o cirugías, sino que se preocupa y ocupa de su paciente personalmente. Cosa cada vez más compleja y trabajada más delegadamente por los discípulos de los grandes galenos, se alejan del contacto personal con el paciente. ¡Pero cobran!
Cuando no se tiene dinero, cuando no se encuentra buenos profesionales. El sufrimiento aumenta. El dolor real no se va, y el no aceptar esa dura realidad aumenta el sufrimiento. Y muchos más duro el sufrimiento cuando el dolor externo o interno viene causado por cosas mayores que no se pueden controlar, que no depende del paciente, del que sufre. Por ejemplo, cuando los padres se divorcian, quienes más sufren son los hijos. O como cuando los hijos no desean sacar lo mejor de sí ni aprovechar las oportunidades que la vida les da, padres responsables que dan alimentación y educación, entre otras cosas, los chicos sufren porque quieren tecnologías y estar a la moda, por ejemplo.
Puedo seguir escribiendo anécdotas sobre el sufrimiento humano y no creo que alivie el dolor de nadie ni convenza de la necesidad de luchar contra el mal, este se da por evidencia de vida. No quiero recorrer la historia de la literatura que me revela lo horrible y duro de la realidad humana con el sufrimiento. Ningún autor, que yo sepa, invita a la resignación ni al suicidio. Pero obras como la de Dostoieski, Camus, entre otros, lo que nos manifiestan es que el ser humano tiene una energía de la vida que lo invita a seguir viviendo y luchando con la esperanza que toda respuesta contra el mal es un signo de amor, de espiritualidad, de dignidad.
Rebelarnos es una primera actitud ante el sufrimiento, pero el aspirar una solución es un horizonte de esperanza que invita a construir espacios de resignificar el sentido de la vida y de valorar el dolor y sufrimiento como una realidad de nuestra condición humana e histórica que embellece los ojos de los que sufren no por el fluir de sus lágrimas sino por el surgir de sus sonrisas en donde se valora la vida, la amistad, se padece, pero ante todo se compadece es la misericordia y la ternura que una sonrisa puede derrumbar las barreras de la depresión, soledad o sinsentido del sufrimiento. Ese gesto, esa sonrisa de gratitud, consuelo o ánimo nos invita a recrear la vida, supero el dolor, acepto lo duro de la realidad, pero no me dejo aplastar busco cómo reconstruir mi vida desde mi nueva situación.
Estamos llamados a recrear nuestra historia y convertirla en oportunidad de esperanza cuando damos lo mejor de nosotros mismo, cunado acompañamos personas para que su historia sea una historia con sentido. No tendremos solución a muchos males, pero si vivimos en la compasión de acompañar a otros esta vida es más vivible, somos viajeros que recorremos un camino y construimos un destino. Somos humanos y hermanos o somos robots e insensibles al dolor.
Una imagen dice más que mil palabras. La viuda, y muy pobre del evangelio, a lo mejor muy mayor de edad “dio todo lo que tenía para vivir en su ofrenda al templo” (Lucas 21: 1-4) Esa ofrenda no era para embellecer las piedras o retablos del templo, era para manifestar su amor por los que sufren, su solidaridad con los que tienen menos o no tienen nada. Era lo que se llama las obras de misericordia. No está dicho literalmente en el texto, pero es lo que Jesús alaba, dar misericordia al que está en la miseria, pero solo se da con el corazón no de lo que sobre o tiene, sino desde lo que es. Es humano el compartir el corazón lleno de gratitud por la vida para que otros tengan vida. Eso es tener espiritualidad, eso es creer, eso es luchar contra el sufrimiento.
PARA PENSAR
¿QUÉ PENSAR DEL SUFRIMIENTO?
Es una realidad objetiva, dura, me supera, pero no me puede aplastar.
¿QUÉ HACER ANTE EL SUFRIMIENTO EN ESPECIAL DEL OTRO?
Acompañar, saber que estamos cerca que cuenta con nosotros y luchar.
¿QUÉ ESTARTEGIAS ME AYUDAN A LUCHAR CONTRA EL SUFRIMIENTO?
EL REBELARNOS, EL RESIGNIFICAR LA VIDA Y EL RECREAR LA HISTORIA