Una de las cosas que más no ha dado esperanzas en estos tiempos, son los anhelos de días tranquilos, la esperanza casi idílica de que en las noticias solo se escuchemos los grandes avances científicos gracias a la educación de calidad que tenemos, la utópica idea de que cuando uno sale de su rutina tenga un calendario cultural extenso y rico, o ya que estamos en épocas deportivas quisiéramos escuchar que nuestros deportistas, esos que dejan el nombre del país en muy alto, hayan recibido el apoyo económico de un país que lo tiene todo, educación, cultura, políticos honestos, justicia inquebrantable, seguridad jurídica y seguridad en las calles. ¿suena casi poética verdad?
Pero lo que tenemos a cambio son las noticias que se han vuelto ya un elemento más del paisaje, al levantarnos casi de manera automática y aturdidos por una dura realidad, encendemos el televisor, sintonizamos algún canal de nuestra preferencia, mientras en la otra mano sostenemos el celular extrañados de que en nuestras redes sociales algún otro escándalo judicial despierta con nosotros, en la televisión suena la trágica noche de una nueva masacre en alguna parte del país, mientras en una vertiginosa carrera por darnos más información, ese mismo canal nos cuenta la novela de la lucha por el poder, ¿Quién es más fuerte la presidencia y sus ministros, o la vicepresidencia y sus dolores?, en el acto en un intento desesperado por una bocanada de esperanza, buscamos ahora en nuestro celular imágenes agradables, y mientras termina de ver algún baile de moda, en la televisión nuevamente sale otra tragedia ahora otra víctima de la delincuencia, a la que casi ya no le ponemos atención porque ya es una nueva cifra estadística, dejó de ser un humano, para pasar a engrosar los números de las cifras rojas, sale una propaganda que le ofrece una vida feliz, e inmediatamente ingresa a nuestros ojos un analista, un comentarista, o un experto de no se que a decirnos que estamos jodidos y que ni usted ni su político de confianza hace algo, en su celular en cambio los nuevos corredores de la contienda electoral se perfilan para buscar su voto, para llegar al poder y no hacer nada.
Este mi querido amigo, es la realidad constante en un país donde nos dicen que todo está bien, pero todo está mal, un país donde pagamos por seguridad pero a diario nos matan y nos desangra, un país donde nos preocupamos más por la moda de turno que por nuestros derechos, un país aletargado por una anestesia que nos inyectaron para que no suframos, por medio del tik tok y del Instagram, mientras nuestra clase política como buitres con presa, intenta desgarrarnos de nuestro país putrefacto lo poco de lo bueno que aún nos queda, por eso me pregunto ¿seguros de que estamos seguros?