Los subsidios se caracterizan por la transacción de un bien, producto o servicio a través de una transferencia económica por debajo de su valor y condicionada a una corta duración. Un subsidio puede incluso interpretarse como subvención, ayuda o auxilio, pero su propósito debe ser la corrección de precios causada por distorsiones que afectan la aplicación de su verdadera valoración. Cuando los subsidios son de largo aliento pierden su valor intrínseco a manos de la política, constituyéndose entonces en costos de oportunidad.
El gobierno nacionalista y revolucionario de Rodríguez Lara dispuso hace 50 años expender gasolina con un descuento que pasó a denominarse subsidio. Su esencia política, empero, fue popularizarse ante los contribuyentes. Existía entonces una distorsión, no desvanecida hasta el presente, por lo que en su fundamento no podría entonces constituirse como subsidio.
Las gasolinas comercializadas en el país son producto de mezclas efectuadas entre los residuos (nafta) producidos localmente y otros combustibles importados. Ningún gobierno, hasta la fecha, ha presentado un estudio con los valores reales que trascienden hasta el mal llamado subsidio. La pretensión de alivianar la presión política ejercida por los taxistas y otros agentes sociales a través de una compensación económica no elimina la inherente distorsión, pero el país sigue perdiendo recursos porque los costos de oportunidad acaban siendo mayores en sus egresos que en sus ingresos al erario. Estos subsidios son un fraude; sus promotores …