Como “golpe de suerte” y “le cae un audio del cielo”, entiende Martín Pallares, de diario Expreso, una grabación en la que hablan un par de abogados dando a entender que hubo confabulación para acusar a un ex legislador socialcristiano dentro de los casos Purga y Metástasis, y favorecer los intereses del Banco del Pacífico. Sin embargo, en ese mismo “juzgamiento”, la simple lectura permite concluir que son buenos titulares dirigidos a salvar un malo, apresurado y contradictorio análisis político.
Este periodista de opinión, cuyo pensamiento político es abiertamente opositor al PSC y su máximo líder, tras dejar cierta sensación de certezas en sus titulares -sobre todo para los que sólo leen aquellos y que son muchos-, supone que la libertad del ex legislador podría ser inminente, aunque en el comentario ata cabos que son contradictorios. Refiriéndose a la grabación dice que proviene de “una publicación hiperchavista, con todo el crédito y credibilidad que semejante cosa supone”, aunque anota que los abogados de marras “dan datos que están dirigidos a derrumbar los dos escándalos que golpearon a las mafias” de justicia y a “operadores políticos vinculados al narcotráfico”. No duda, también, en afirmar que al ex legislador del PSC “ese audio le cae como anillo al dedo”, pero no vacila al expresar que lo dicho puede ser “cierto o fruto de una conspiración” y hasta se pregunta “quién fue el estúpido que tuvo la idea” de hacer público el audio, ya que “hay parte del contenido que no cuadra con la realidad”.
Dos días después, el mismo Pallares, titula que el PSC sale en defensa de su ex legislador, a quien lo llama el operador político del líder socialcristiano, llamándole la atención esa actitud, muy diferente a la del silencio guardado cuando este fue capturado y vinculado a los casos ya señalados. Y, nuevamente, especula: el comunicado fue hecho para defender a su coideario y quiere agradecerle sus servicios, o “porque hay algún motivo vergonzante (¿?) que les obligó a redactarlo; en otras palabras, que lo hicieron a regañadientes”. Y un día después, una tercera entrega, sorprende: ya no especula ni se contradice, recomienda que “si se van a hacer trampas, que las hagan bien y que nadie las detecte”, porque “hay trampas tan groseras y tan mal hechas que son una ofensa para cualquier tramposo que se precie de serlo. Es lo que ocurrió con los abogados que publicaron el audio “que resultó ser un montaje” y que “vendieron a la defensa” del ex legislador, para ver si así lo sacaban de la cárcel”.
Tengo la certeza de que son estos comentarios los que ponen en mal predicamento el ejercicio periodístico. Es evidente que por apresuramiento y por conveniencia, no hay la entereza de asumir responsabilidad al analizar hechos, pero sí ponerles colores incandescentes. En el caso que nos ocupa, lo que cabe es disculparse y en acto de contrición anunciar la resolución de no volver a cometer el mismo pecado, aunque de por medio existan muy particulares intereses políticos.