Hay tardes en las que uno desearía embarcarse y partir sin rumbo cierto, y, silenciosamente, de algún puerto irse alejando mientras muere el día y hacerse el loco y actuar como la mayoría de los ecuatorianos , vivir en su metro cuadrado, sin importarle el dolor de la gente, de la empresa , del país y volverse migrante, pero despierto y miro el desmadre de la política, de la economía descuartizada, de la ausencia de empleo, de la inseguridad ciudadana, de la inseguridad social , de la desnutrición crónica infantil y de la corrupción sin nombre en toda las estructuras del Estado y despotrico contra el mundo, contra Dios y contra el destino , contra el desamor y la persecución y contra los achaques de la PV.
Pero, aun así, uno no se rinde, uno sobrevive y busca alternativas de solución a los problemas de la gente, a veces soñando despierto a veces venciendo al insomnio y a veces pensando en los amigos que compraron su boleto de ida sin vuelta. Y las lagrimas salen con rabia e impotencia pero aquí estoy , como un proscrito en mi propia tierra .