23 noviembre, 2024

Venezuela

Venezuela es un proyecto en destrucción que lleva +25 años al más alto nivel estratégico y geopolítico en el que los mancomunados intereses chinos (económicos), rusos (políticos) e iraníes (terroristas, Hezbollah incluido) involucrando tráfico de petróleo, armas, personas, drogas y lavado, de a poco han confluido y tomado ventaja frente al insuficiente contrapeso estadounidense, retóricamente desfasado en la Doctrina Monroe de protección continental. He ahí el trasfondo por el cual, muy a pesar de la gran convocatoria post electoral, la derrota de Maduro en las urnas no conlleva la consecuente pérdida de su poder político. La diplomacia funciona, pero tiene igual limitaciones dependiendo del valor que los objetivos, del nivel que sean, tengan para sus respectivos agentes y operadores. Al final, el exilio no es opción alguna sin poder militar para encausarlo.

El riesgo suprarregional es que Venezuela, como Cuba en su momento, tome una descomunal importancia, por en cuanto no evidenciada, capaz de desplazar los ribetes de otros conflictos como los de Oriente Medio. La migración de objetivos, hasta en un mediano plazo, podría desencadenar otro éxodo con severos y desestabilizantes impactos continentales. Es posible y para nada improbable.

Quienes avalan a Maduro evidencian una avergonzante sumisión a la insustentable tesis de su victoria. Sigue latente el delirio por un retorno al poder derivado en gran medida por el rotundo fracaso gubernamental de quienes tomaron la posta en Carondelet. ¡Hay maduro para rato!

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