20 septiembre, 2024

Guerra avisada…

Cada vez se vuelve más evidente cuál es el comportamiento de aquellos que practican eso que ellos mismos denominan “socialismo del siglo XXI”, que nace en 1996 de la teoría conceptual presentada por el sociólogo alemán Heinz Dieterich y recibida con singular alegría por los Castro en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela. Lo hacen, según estudiosos, “para diferenciarse de los errores y desviaciones del llamado ‘socialismo real’ del siglo XX en la Unión Soviética y los países del Este europeo”. Al principio se constituyen en el conocido Foro de Sao Paulo y luego lo amplían con el Grupo de Puebla. En ambos casos sus miembros se declaran demócratas, sin embargo, varios de ellos son amigos de gobiernos totalitarios y contar con el jubiloso respaldo de los máximos exponentes del comunismo en la tierra.

Hugo Chávez gobernó Venezuela desde febrero de 1999 hasta su muerte en marzo de 2013. En su testamento político ordenó que lo debía suceder Nicolás Maduro y éste, primero, asume interina y después oficialmente la presidencia hasta la fecha actual. Ya han transcurrido 11 años en el poder, y 25 en total, con los 14 que estuvo Chávez. En las últimas elecciones, el 28 de julio anterior, Maduro “gana” con escandaloso fraude. Su mandato debería concluir el 2030, sin embargo, eso es incierto. Ahora mismo la situación es muy difícil. Aun a costa de la criminal represión, las calles han sido tomadas por los venezolanos que reclaman la victoria electoral del candidato Edmundo González, que contó con el apoyo total de María Corina Machado, quien al principio fue la candidata escogida por las organizaciones de oposición política, pero que Maduro, a través del Consejo Nacional Electoral, no le permitió participar en la contienda electoral.

El gobierno ecuatoriano, como muchos de América y los demás continentes, no han reconocido el triunfo de Maduro. Además, los presidentes de izquierda como Lula de Brasil, López Obrador de México, Boric de Chile y Petro de Colombia, “exigen” la presentación de las actas electorales, como sí lo ha hecho la oposición y sobre cuyos resultados se declara triunfadora. Sin embargo, la posición de Lula, López y Petro no genera confianza; sí, muchas dudas. En Ecuador, también la Asamblea Nacional rechazó “las elecciones fraudulentas, represivas y engañosas”. Hubo 78 votos a favor de la resolución. Sólo los 34 asambleístas de la Revolución Ciudadana votaron en contra, y 3 de Pachakutik se abstuvieron. Los que votaron en contra, pidieron respetar los resultados proclamados alegremente por el Consejo Electoral, tal cual lo hicieron sus máximos líderes.

La posición asumida por este grupo político en Ecuador, que ya gobernó entre 2007 y 2017, es clarísima. Revela de cómo entiende que se ganan las elecciones y cómo se gobierna. Chávez en su momento y después Maduro son para éste un el modelo y ejemplo de cómo ejercer el poder y mantenerse en él por tiempo indefinido. La democracia que invoca Venezuela, también Cuba y Nicaragua, no es sino la trampa que usa el socialismo del siglo XXI para a través de elecciones fraudulentas perpetuarse en el gobierno nacional. Los ecuatorianos no merecen ser engañados nuevamente.

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Hay dos hecatombes que pueden destruir la revolución ciudadana: La caída severa del precio del petróleo y los estragos del fenómeno del niño. El precio del petróleo no depende de nosotros, sino de la comunidad internacional, de la OPEP y de los Gobiernos de varios países, pero el fenómeno del Niño, si bien depende de la naturaleza (Dios perdona siempre; el hombre, a veces; la naturaleza, nunca. Dice un viejo y sabio refrán), sus efectos dependen de lo que se haga en el país para atenuar la destrucción que nos amenaza y para proteger los poblados, los cultivos, las tierras y sus habitantes.

¿Qué debería hacer el Gobierno para protegernos de esta amenaza? No podemos impedir que llueva, pero podemos y es imperativo prevenir la subida de las aguas, la inundación. ¿Qué hay que hacer? Hay que dragar la desembocadura de los ríos como primera y elemental acción. Esto permitirá que el agua fluya al mar y bajará el nivel de los ríos. Segundo, hay que hacer y reforzar los muros de los poblados que están a la orilla de los ríos. Todos los años, poblados importantes como Salitre, Babahoyo y muchos más, se inundan todos los inviernos, aún sin niño e incluso en los inviernos secos y hasta ahora se hace muy, muy poco. Nuestro hermoso Río Guayas, está tan embancado que ya hasta tiene nombre el islote que formó el puente de la Unidad Nacional sobre el Daule, el Palmar (aunque no tenga una palma). Tercero, hay que hacer refugios y puestos de socorro en sitios altos cercanos a las poblaciones críticas para poder dar asistencia a nuestros compatriotas afectados cuando se presente el problema. También hay que reforzar las vías de la costa. Esperar a que venga el niño para realizar estos trabajos, será un lamento grave cuando estas obras se requieran.

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